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Filipenses 4:6-7 En mi desierto, El está conmigo. Parte 1.

En mi desierto, El está conmigo, como poderoso gigante, vamos a descubrir este pasaje de Filipenses y recordar un poco al pueblo de Dios atravesando el desierto de la mano de Moisés y bajo la protección de Dios., pero leamos lo que nos dice Filipenses para poder hilvanar estas dos historias.

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Cuando pases por el desierto, El esta contigo.

El desierto, es un lugar por donde no quisiéramos pasar, y físicamente un lugar en el que no se puede vivir, por lo inhóspito del paisaje, y la falta de elementos que son básicos para nuestra supervivencia, pero hay desiertos que son espirituales, y todos en algún momento de la vida tenemos que pasar.

Es en el desierto donde somos entrenados, donde recibimos las enseñanzas más fuertes, porque es en medio de las mayores adversidades donde estamos más cerca de aprender a transitar en la fe de los creyentes y a ponerla por obra.

Hay algo que debemos entender primero que nada, y es que el desierto está ahí, estático, el no pasa, yo paso por el desierto, en un momento de tránsito, y de nosotros depende no quedarnos demasiado tiempo allí.

Por lo cual, si tu estas en el desierto espiritual ahora, procura rápidamente aprender lo que debas y salir de allí con lo que sea que Dios este queriendo enseñarte.

Él no nos manda al desierto, pero lo real es que todos debemos pasar por ahí alguna vez, y los hijos de Dios sabemos que todo nos ayuda a bien, aun lo malo que el enemigo trama para frenarnos o estancarnos.

El enemigo puede lograr frenarte o estancarte en el desierto y hacer de ese tránsito una estadía, si no logras enfocar bien tu mirada en Cristo Jesús.

Pero si tú pones tus ojos en el que te libra y es tu brújula saldrás de allí victorioso y con más fe que antes.

En medio de del desierto, El está conmigo.

En éxodo capítulo 20: 1-2 nos muestra como Dios había sacado a su pueblo de Egipto, de la esclavitud, si leemos este libro en anteriores capítulos veremos como los había librado y abrió el mar rojo en dos para que su pueblo pasara, y fueron al desierto.

Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:

Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

Él nos ha librado de la servidumbre y nos ha pasado de tinieblas a luz, pero en medio de ese desierto promete alimentarnos, proveer todo lo necesario, pero que pasó con su pueblo en ese momento en ese desierto?

Lo primero que sucedió fue que se quejaron.

Si vamos un poco más en la historia, vemos en éxodo 17:3-6 como en medio de ese lugar, cuando habían visto un milagro como el mar partido en dos, dice que tuvieron sed y comenzaron a quejarse,

 Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?

Entonces clamó Moisés a Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán.

Y Jehová dijo a Moisés: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve.

He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel.

El nos provee todo lo necesario, sea lo que sea que necesitemos, abre camino en el desierto.

Hoy sería bueno que nos preguntáramos si no estamos como ese pueblo de Israel en el desierto. A pesar de que no es un lugar agradable no debemos olvidar de donde Dios nos ha sacado para recordar que Él tiene todo en su mano.

En estos tiempos de COVID 19 que nos toca vivir, vemos muchos tipos de reacciones, cuidemonos y seamos empaticos y obedientes a las autoridades.

La obediencia es algo que agrada a Dios, la obediencia a Él, y a quienes son autoridad, si no acatas, desobedeces, y si estas desobedeciendo estas no agradando a Dios.

Vuélvete de esa actitud y ponte en la brecha, endereza tus caminos.

En tiempos difíciles Dios no permanece mudo, no se queda en silencio y hace como que no ve, en medio de la crisis más profunda, Él te provee, así como proveyó en ese momento el agua para que su pueblo bebiera.

Conclusión:

En el desierto debemos cuidarnos, presenta tus peticiones delante de Dios y no te preocupes más, El actuara!

En el pasaje de Filipenses que comenzamos a desmenuzar nos habla en el verso 7 de guardar nuestros pensamientos y corazones, en la segunda parte de este artículo continuaremos con esta enseñanza.

Recuerda, si estas en el desierto, no te quejes, presenta tus peticiones delante de Él, y déjate guiar, no sea que te estanques allí, que sea un lugar de paso y no de estadía.

El está contigo en medio de la prueba más terrible y te sostiene.

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