Dios nos provee y eso es algo que veremos en este pasaje de Éxodo.
2” Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto;
3 y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.
El no nos abandona a nuestra suerte.
4 Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no.
5 Mas en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día.
6 Entonces dijeron Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel: En la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto”
Israel había salido de la esclavitud de Egipto siguiendo a Moisés quien los estaba guiando hacia una tierra nueva, habían visto delante de ellos el poder de Dios abriendo el Mar por donde pudieron pasar.
Y llegaron al desierto donde a veces todos llegamos en momentos de transición y cambios, donde a veces la incertidumbre de lo que tenemos adelante nos hace tambalear.
Vivimos momentos mundiales a través de esta pandemia del Covid, que nos plantan en un lugar de cambios, donde todo como lo vivíamos antes ya no puede ser igual y tenemos por delante una nueva normalidad.
Así se encontraba Israel, en un momento de cambio, donde acababan de ser libres de la tiranía y la esclavitud de Egipto, pero aun así la queja venía a ellos.
No vuelvas atrás.
De pronto se encontraron añorando lo de atrás, porque lo veían más seguro a pesar de la libertad obtenida.
Y cuantas veces como cristianos, en este camino donde aprendemos a andar por fe y no por vista, nos hemos desanimado y hemos dicho “si yo volviera a hacer aquello que hacía antes, entonces ganaría dinero o tendría alguna seguridad”
Pero hay seguridades que son falsas seguridades y solo nos suplen el momento y luego nos dejan un vacío imposible de llenar.
Dios nos provee.
La misericordia de Dios es tan grande, a pesar de nuestras quejas o de nuestras fallas Él nos entiende y siempre Dios nos provee.
En el caso de Israel, mientras ese pueblo estaba en ese desierto, Moisés fue a hablar con El Señor como siempre lo hacía, y Dios le dice que iba a proveer alimento del cielo cada día.
Y así lo hizo por cuarenta años mientras ellos habitaron ese desierto.
Creo que si el corazón de Israel hubiera sido más dócil y enseñable, hubieran salido de allí mucho tiempo antes, pero aun así, en su gran misericordia Dios les provee para cada día su alimento a través del Maná.
Mana es una palabra que viene de la expresión de los Israelitas cuando se levantan esa mañana y ven luego de que la capa de roció se evaporara, ese alimento del cielo y ellos utilizan la palabra “Man Hu” que significa “que es esto?”.
Durante esos cuarenta años Dios les provee y dice que cada día ellos debían salir y recoger su alimento, te invito a leer el capítulo completo en tu biblia, pero esto era algo de cada día, por lo que no podían acumular para que no se pudriera.
Y podríamos relacionar esto con lo que todos los días debemos nosotros estar buscando de Dios, su búsqueda es para cada día, todos los días acércate al trono de la gracia para buscar su presencia y su favor.
Dios nos provee en toda circunstancia, El no abandona a sus hijos a su suerte.
Su enorme misericordia nos abraza y nos da la seguridad basada en la confianza y en la fe hacia Él.
El ejercicio de la Fe es algo diario, como cristianos debemos aprender a revestirnos del escudo de la fe.
Como dice Efesios 6:16 “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”.
Conclusión:
Si te encuentras atravesando un desierto toma el escudo de la fe, y no temas, cree porque El mismo Dios que alimento a su pueblo en ese desierto.
Es el mismo Dios, que abrió el mar en dos, y es el mismo que hoy está vivo y aquí para ayudarte.
Dios nos sostiene de nuestra mano derecha dice su palabra, e imagínate que Su mano es poderosa y tiene el mismo poder ayer, hoy y por los siglos.
No temas al cambio, que no te tiente el enemigo con volver atrás, la bendición esta delante de ti, no detrás.
A pesar de lo que vean tus ojos o te diga el enemigo, pelea la buena batalla y déjate enseñar por Dios en el desierto y cree que en ese desierto, El está contigo.