Biblia, Versículos

Números 11:4-6. Un día a la vez.

Un día a la vez es como Dios nos provee y como Él nos alista para cada una de nuestras batallas, porque vivimos por fe.

Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron! Quién nos diera a comer carne!

Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos;

y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos.

Israel habia sido libre, y Dios les habia abierto un camino, pero no lo veian, no dudemos que si Dios nos saca de la esclavitud, es para alcanzar la promesa de la tierra prometida.

Contexto.

Estamos viendo en este pasaje al pueblo de Israel, que había sido liberado de la esclavitud de Egipto, siendo guiados por Moisés y acompañados por la presencia de Dios.

Esta gente había visto milagros delante de sus ojos, vieron el mar abriéndose para darles paso y llegar a una nueva vida y una nueva tierra, habían visto cómo sus enemigos cayeron derrotados y tragados por ese mar por el que ellos habían cruzado en seco.

Mientras estaban en ese desierto, Dios no los dejaba morir de hambre sino que les proveía cada día del Mana, que los mantenía alimentados.

A veces aunque vemos milagros sucediendo delante de nuestros ojos, no los identificamos o valoramos lo suficiente como para tener una confianza permanente que si Dios lo hizo antes, lo hará mañana.

El desierto no es permanente.

Cuando atraviesas un desierto, y puede haber muchas clases de “desierto”, pero todos pasamos por uno, quizá varias veces en la vida, tienes que saber que ese no es un lugar de permanencia, sino de paso.

Dios no hará que te plantes una huerta en el desierto, porque no planea dejarte a vivir allí, sino que te proveerá lo necesario para cada día, para que subsistas, porque no estas allí para quedarte sino en una transición.

Que pases del desierto a un mejor lugar de permanencia, será con la rapidez con la que te dejes tratar por el Señor en tus rincones oscuros y en aquellas áreas donde estas flojo.

Este pueblo, había sido rescatado, y solventado, aun en el desierto pero comenzaron a oír a personas que estaban entre ellos pero no valoraban lo que había sucedido.

Se habían acostumbrado tanto a ser esclavos que hasta añoraban algunas cosas del pasado.

Querían la libertad pero no el proceso que los llevaba a ella.

A quien estás oyendo?, esa es mi pregunta para ti, a quien oyes cuando estas en el proceso de desierto?.

De aquello de lo que alimentes tu alma será lo que marque tu comportamiento y pensamiento.

La libertad y la bendicion son alcanzadas luego de procesos, pero caminar ese camino tomado de la mano del Señor es lo mejor que nos puede pasar.

Este duro pueblo, decía “añoramos el pescado, los pepinos que comíamos de balde”, sobre todo de balde diría yo, esa expresión significa algo así como gratis.

Ellos no comían todo eso gratis, trabajaban de sol a sol, siendo maltratados y humillados.

Y ahora que tenían?, estaban libres, en camino a una tierra prometida, pero atravesando el desierto inevitable donde eran sustentados por la mano misma de Dios, que todas las mañanas dejaba caer mana del cielo, dicen que el mana sabia a miel.

Pero, no les gustaba, añoraban lo de atrás, y no vamos a profundizar en  eso, pero por encima te diré que muchas veces nosotros nos encontramos añorando el pasado del que fuimos rescatados.

Y  hasta a veces acariciamos internamente ciertas cosas de atrás y hoy es el dia en que debemos reaccionar.

Un día a la vez de la mano del Señor.

Dios les estaba proveyendo para cada día, no para que llenaran bodegas y se instalaran cómodamente, sino para un día a la vez, porque de allí irían a otro lugar, pero, no lo entendían.

Y Dios sigue haciendo esto hoy día, como experiencia personal puedo contarte que muchas veces siento que el dinero no alcanza, y había comenzado como en una queja, igual que el pueblo de Israel sin darme cuenta.

Hasta que el Espíritu Santo hablo, y te comparto aquello de lo que he aprendido y recibido.

Primero, si hemos visto a nuestro Dios sacarnos de pozos más profundos y lo hemos visto sanar nuestro corazón y proveernos aquello que necesitábamos sin hacer nada nosotros, porque dudamos?

Si Dios lo hizo antes, lo hara hoy y mañana, confia.

Lo conocemos cuando vemos su obra.

Dios me saco de la oscuridad y abrió mis ojos y oídos y me dio una libertad que no tenía antes, un gozo que no tenía.

Vivía en la amargura y en los escases, había perdido techo y no me alcanzaba para pagar las cuentas.

Pero, Dios obro y hay un techo, que no construí sobre mi cabeza y una provisión que no sabia como tener, pero la necesitaba y no falta el alimento, entonces, porque la queja?

Y eso es algo que me gustaría dejarte pensando hoy.

Son varias preguntas a hacernos, si hemos visto obrar a Dios en muchas áreas antes, porque creemos que hoy no hará el milagro, porque nos olvidamos tan fácil de cuan agradecidos tenemos que estar.

Nuestro Dios nos enseña a vivir cada día por fe.

Algo me di cuenta en este tiempo, y es que si Dios me da todo de una sola vez, muy fácil puedo acostumbrarme a la bendición y dejar de valorarla.

Acércate al trono cada día.

Dios me quiere todos los días a los pies de su trono, en dependencia absoluta, y eso solo ocurre si lo que necesito es diario y si aprendo que cuando pido, recibo.

Hay personas que si Dios les da todo fácilmente se olvidan y como el pueblo de Israel se alejan rápido, y sabes qué? :

El Señor prioriza tu comunión con El y tu salvacion por encima de cualquier otra cosa.

“Nada vemos sino este mana”.

Tremenda esta frase, es como despectiva, de pronto, el milagro que ocurría cada mañana, se convertía en “este mana”.

Imagínate es como si tu dijeras, quiero caviar pero todos los días tengo “este pollo” y te faltaría agregarle “cochino”.

Un tono bien despectivo para referirse a ese milagro con el que Dios los despertaba, dejándoles para cada uno, sin faltar para nadie su desayuno, almuerzo, merienda y cena.

Valoremos la bendición.

Un alimento por el que no trabajaban ni sembraban, pero recogían, y aun así, no agradecían.

Si lo leemos comprendiendo esto, pensamos inmediatamente que pueblo desagradecido y hasta nos enojamos con ellos un poco.

Pero no podemos hacerlo, porque nosotros hacemos lo mismo, nos olvidamos fácil muchas cosas que Él nos da, y comenzamos a acostumbrarnos sin recordar que nada merecemos pero, El de favor nos da.

Salmo 100:4 dice “Entrad por sus puertas con acción de gracias,
Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre”.

Solo llegamos al corazón de Dios, con acciones de gracias, entonces el agradecimiento abre las puertas, agradezcamos cada cosa que tenemos y eliminemos la queja de nuestro vocabulario.

Dejemos de decir que somos pobres cuando tenemos un Padre rico y proveedor.

Acercate a El, y conoce lo que el dice y piensa y anhela para ti a traves de su palabra, para que veas cuan bueno es el Señor.

Ya dejemos de decir que no tenemos esto o aquello y más bien ocupémonos de ir a su trono cada día a pedir lo que necesitamos y El proveerá.

Y te dará lo necesario dice la biblia para que nada te falte.

Él quiere darte en abundancia como dice la palabra, claro que si, pero, para llegar a esa tierra prometida, es necesario que aprendas el principio de dependencia y agradecimiento diario.

Conclusión:

Si estas pidiendo prosperidad, aprende primero a depender y creer en El, sin lugar a la duda.

Porque si Dios te rescato en el pasado de Egipto, cree que no será para dejarte en el desierto, sino para llevarte a un lugar mejor.

Cuando te quejas, te alejas de la bendición, porque es la muestra de que aun debes estar un poco más en ese desierto de aprendizaje.

Si hoy estas reconociéndote en estas líneas, ponte a cuentas con Dios, pídele perdón por no valorar su amor, y provisión diaria y confía, porque Él te ama y te enseñara como todo buen Padre a su hijo.

Sus brazos están abiertos para ti, y cuando hay brazos abiertos hay todo.

Y si nunca lo has conocido es un buen momento, dile conmigo:

“Señor Jesús, te abro mi corazón, entra en él, te entrego mi vida y voluntad, cambia mi destino, y si me he alejado, perdóname y acércame más a ti, anota mi nombre en el libro de la vida, en el nombre de Jesús, Amen”.

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