Que tu enojo no dure, eso es lo que en pocas palabras nos está diciendo este pasaje y eso es lo que tenemos que aprender en nuestra vida para no abrir la puerta al enemigo.
“26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
27 ni deis lugar al diablo”.
El Apóstol San Pablo está siendo muy claro en lo que tiene que ver a este aspecto de nuestra humanidad, que Dios entiende perfectamente.
Sujeta tu carácter a la imagen y voluntad de Dios.
Hemos sido hechos a imagen y semejanza de nuestro Dios, por lo cual, Él sabe y conoce nuestro carácter, y nosotros tenemos que aprender que no está mal enojarse, todos, nos enojamos y no es pecado, pero si es pecado si ese enojo dura más de un día, por eso antes que el sol se ponga hay que sacar eso de nuestro corazón.
Otro punto importante para diferenciar que el enojo no llegue a un punto de pecado, es como lo manifestamos, cuando nosotros tenemos al Espíritu Santo definiendo el caminar de nuestra vida los frutos del mismo se van a ver, por lo cual si el enojo lo manifiestas con insultos y golpes allí si estas pecando.
El carácter es un sello en cada uno de nosotros, vale decir que todos tenemos algo que nos diferencia de otros, y el carácter es eso, todos somos diferentes, pero los creyentes tenemos una gran similitud y es la conciencia de Cristo en nosotros y el deseo de ser luz en medio de las tinieblas por lo cual, nuestro testimonio es nuestra carta de presentación.
Tú eres la imagen de Dios en la tierra y su testimonio.
Por lo cual tu carácter y tus reacciones son tu carta de presentación ante el mundo, por eso Dios quiere trabajar en ti y en ocasiones se presentaran circunstancias que pondrán a prueba nuestra paciencia y nuestras reacciones.
Es en esos momentos donde el amor de Padre se manifestara y hará lo que cualquier padre haría, educarte, confrontarte con esas cosas que no dominas aun y Él quiere que lo logres, ya que uno de los frutos del Espíritu Santo es el dominio propio.
Recuerda que el carácter fuerte no lo tiene aquel que grita o insulta, sino aquel quien es firme en sus convicciones y alcanza la madurez para dominar el carácter y someterlo a Cristo.
Conservar un enojo le da lugar al diablo, a través del rencor que se genera al decidir conservar un enojo. Y eso mi querido lector es pecado, y no es un pecado que dañe al otro, a quien odias, sino que te dañara a ti mismo, porque te alejara de la presencia de Dios y le abres una puerta al enemigo para hacer estragos en tu vida.
De modo que si estas en una situación como la que te describo, rinde tu corazón al Señor, perdonar no se siente, se decide.
Tienes que decidir perdonar, aunque no lo sientas, hazlo por obediencia y Dios te sanara, romperá la atadura y la fortaleza del enemigo caerá.
Que tu enojo no dure, te garantizara estar en libertad, y que el enemigo no tenga lugar en tu vida, recuerda si te vas a dormir con ese sentir en tu corazón, el darás lugar al enemigo.
Si estás leyendo esto, quizá el Espíritu Santo pueda estar mostrándote que hay algún enojo en tu corazón, algún tema no resuelto, alguien a quien no has perdonado.
Mira, el hecho de que conserves ese enojo, aunque tu tengas la razón en la cuestión en sí misma, lo que genera es una raíz de amargura, y le da lugar al rencor o al odio en tu corazón, y eso es darle lugar al diablo en tu vida.
Conclusión:
Decide perdonar, quita el enojo de tu corazón, es tu decisión, si no puedes, pídele ayuda al Señor, y recuerda que así como Dios te perdona, y no se enoja contigo más allá de breves momentos, así mismo nosotros debemos hacer, pon tu cuestión en las manos de Él, y deja que El obre en la cuestión, tu, se obediente.
El enemigo busca que nosotros quedemos estancados en el enojo porque es una forma en la que las puertas a él se abren y solo cuando estamos en pecado o desobediencia es cuando puede tocarnos, por esto mismo, se más astuto y pon tus causas en las manos de tu Padre amoroso.
Cuida tu vida espiritual, deshecha el enojo, y aprende a tener una dependencia de Él, en todo sentido y en todas las causas de tu vida, porque El pelea por ti.