"Ni yo te condeno", es que El nos limpia, Mateo dice: "8 y Jesús se fue al monte de los Olivos.
2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.
3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,
4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
6 Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
Que relato más hermoso, al leer este pasaje muchas cosas podemos aprender, además de la evidente misericordia de Jesús hacia esta mujer pecadora.
Podemos ver de qué forma tan profunda Jesús conoce el corazón del ser humano, que supo cómo iba a reaccionar la multitud ante su respuesta.
Evidentemente que ellos estaban esperando una respuesta de Jesús que les diera un motivo para poder acusarlo.
Si decía que no la condenaran, estaría faltando a la ley que decía que había que apedrear a quien fuera sorprendido en este acto, y si respondía que la mataran estaría en contra del decreto romano que les impedía a los judíos ejecutar a nadie por ellos mismos.
La Sabiduria de Jesus
Por lo cual, con una sabiduría y una calma yo diría que feroz, solo dio esa respuesta que confronto el corazón de cada uno de ellos.
Todos los que allí estaban dispuestos cuales jueces prontos para condenar, en segundos hicieron una inspección de sus vidas y la aceptación de pecado en cada uno de ellos los hizo voltearse y determinar alejarse de allí.
Imagino por un segundo lo que sería estar en los pies de aquella mujer, en el suelo, a los pies de Jesús, del Dios hecho hombre que aún no levantaba sus ojos para mirarla sino que los tenía en tierra mientras dibujaba con sus dedos, no sabemos que dibujaba, porque las escrituras no nos lo cuentan.
Que amor tan grande veo en ese momento en que los ojos de Jesús se posan en aquella mujer, que de seguro se encontraría envuelta en lágrimas y temor.
Pero esa mirada de Jesús, y sus palabras fueron todo lo que ella necesito para ser libre y amar a este Señor que acababa de darle una nueva oportunidad en la vida.
Un antes y un despues de Jesus
Creo que este encuentro de esta mujer con su salvador marco su vida, es que cuando nos encontramos con ese amor y la seguridad que nos genera estar cerquita de Él, nuestra vida y nuestro interior cambia por completo.
Sabiendo ya El la respuesta, le pregunta, donde están los que te acusaban y condenaban? ni yo te condeno, vete y no peques más…
Esa respuesta hace arder mi corazón, y espero que mientras imaginas esa escena tu corazón se desarme de amor por El.
Su mirada y su palabra la hizo sentir libre, perdonada, amada, es que Jesús no ha venido a condenar, sino a salvar.
Ella ya estaba en el piso, más profundo no podía ya caer, pero El no quería dejarla ahí, sino levantarla de ese lugar.
"Ni yo te condeno"
Creelo, El no te condena, quiere levantarte, no importa cuán sucio creas que estas, ni cuanto te acusen, él no te acusa, te perdona, limpia y restaura.