Llamado a arrepentirnos, podríamos decir que este versículo nos invita a 4 puntos básicos que nos llevan a la restauración.
14 si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
Puntos claves.
El primero es, si te humillas, y que es humillarse?
Es quebrar el orgullo, la arrogancia, la autosuficiencia y admitir que no podemos solos y que solo debajo de la cobertura del Padre es que podemos estar de pie, aunque suene paradójico y contradictorio.
Y qué curioso que no habla de cualquiera, no habla de alguien que no toma en cuenta a Dios, habla de su pueblo, nos está hablando a nosotros, aquellos que hemos decidido seguirlo.
Pero no podemos seguir a Cristo, y decir que somos su pueblo, sin humillarnos.
1 Pedro 5:6-7 dice: 6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
Muchos años más tarde Pedro nos decía esto, porque la palabra de Dios no se contradice ni en una coma ni en un punto y este es un principio.
No importa cuántas experiencias espirituales tengas, no tiene que ver con cuanto tiembles cuando el Espíritu Santo te toca, tiene que ver con cuanto te humillas.
El segundo punto es “si oran”.
La oración es una herramienta, un arma que tenemos, Dios no precisa que nosotros oremos para saber lo que necesitamos.
Somos nosotros quienes necesitamos orar para poder crecer, conocer y fortalecernos en El, significa que si no oramos no estamos usando un arma que nos fue dada por Dios.
La oración es el lugar donde la relación con nuestro Padre se fortalece, porque no solo es hablar y hablar todo lo que tenemos para decir, sino aprender a oír lo que el Espíritu Santo dice en respuesta.
Ora en todo tiempo, Efesios 6:18 dice:
18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
La oración de los justos mueve la mano de Dios, te fortalece en medio de tu debilidad, te acerca al Padre para que una relación firme crezca con El.
Orar nos acerca a conocer más el corazón del Padre.
Y dice en todo tiempo, entonces, oro cuando todo va bien y también oro cuando algo va mal, porque la oración no es para pedir únicamente, sino para conocerlo más y para cubrirnos nosotros y a quienes amamos.
El tercer punto que nos muestra el libro de Crónicas es “buscar su rostro”.
Y buscar su rostro está muy ligado a la oración, pero no es solo buscar su bendición, es buscar su voluntad.
Conocer lo que quiere para mi vida, y que cosas hay que en mi corazón deben cambiar, solo podemos saberlo y notarlo cuando el Espíritu Santo comienza a tener acción en nuestra vida.
Buscar el rostro de Dios, es lo mismo que decir que buscamos tener una relación íntima con el Señor y conocerlo tal y como lo conocieron sus discípulos cuando caminaron y compartieron con El.
El cuarto punto es “Conviértete de tus malos caminos”.
Convertirnos de nuestros malos caminos significa abandonar nuestras malas conductas, cambiar nuestra dirección, básicamente a arrepentirnos.
Por lo tanto este último punto, es el que de algún modo inspira este artículo, si no hay arrepentimiento verdadero, entonces no hay ningún cambio, porque los cambios vienen a partir de todos estos puntos juntos.
Y el arrepentimiento es el sentimiento que se genera cuando hay una búsqueda, porque nadie se arrepiente de sus acciones de la nada, tiene que haber un convencimiento.
Y quien convence de pecado es el Espíritu Santo, nosotros en nuestra humanidad podemos querer hablarle a alguien y querer convencerlo de dejar su mala vida, pero no podemos nosotros cambiar a nadie.
El único que cambia y transforma es el Señor, y el que convence de pecado es el Espíritu Santo cuando aquella persona comienza en una búsqueda de cambio.
Arrepentirnos es darnos la vuelta, cambiar el rumbo, eso definitivamente es convertirse.
Has convertido tu vida?, estás buscando el rostro de Dios?
No se trata de las horas que ores, se trata de cuanto realmente lo desees y la sinceridad de tu corazón en su presencia.
Dios puede obrar en un corazón enseñable, pero en un corazón duro y que no se humilla, que no se quiebra, no puede obrar.
Y no es porque Él no pueda hacer algo, porque Dios es todopoderoso, pero jamás intervendrá en algo que tu no permitas que intervenga, así de grande y amoroso es El.
Hay promesa para los arrepentidos de corazón.
La promesa es grande, no es escasa, te oirá, te perdonara y sanara tu tierra.
Sanar tu tierra es muy amplio, pero lo principal que generara que el Señor te oiga y te perdone es que te restaurara.
Aquellas cosas con las que puedas estar lidiando y ya no puedas solo, cuando las rindes a Él, entonces la restauración de Dios viene a tu vida.
Conclusión:
Si te quiebras delante de Dios, si humillas tu corazón y te arrepientes, hay esperanza para ti, no hay nada imposible para Dios.
No hay personas o casos difíciles para el Señor, y si estás leyendo esto, no importa lo que hayas hecho, o cual sea esa lucha o ese pecado que te cuesta dejar, Dios te ama y no te dejara.
Quizá te cuesta afirmarte en los caminos del Señor, o creas que esta vida no es para ti, que no estas capacitado, no creas esa mentira.
Dios te habla a ti, te ama tal y como eres y lo que tenga que cambiar en ti, lo hará sin duda.
El está aquí para sanarte, restaurarte y limpiarte, todo está pagado ya, si nunca lo has hecho ábrele el corazón a Jesús, dile conmigo:
“Señor Jesús, perdóname y límpiame de todo pecado, te abro mi corazón y mi vida, hazme una nueva persona, toma mi vida Señor, en el nombre de Jesús, Amen”.