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Miqueas 6:8. Que pide Dios de ti.

Que pide Dios de ti, aquí está muy claro, y quisiera que juntos desmenucemos este pasaje y tengamos claro que es cada cosa.

Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

Este pasaje de Miqueas es tan claro y especifico, marca con muchísima claridad aquellas cosas que son claves en cualquier persona que sigue al Señor.

Está separando en tres acciones lo que el Señor nos pide.

La primera es “hacer justicia”.

Busque para definirte que significa justicia, y encontré varias opciones, pero una que creo que es la más clara es que es el principio moral que nos lleva a determinar dar a cada uno lo que a cada uno le corresponde.

Te resalto que el Señor no te dice impartir justicia o no te dice que emitas un juicio sino que nos dice, “hagan justicia”, en otras palabras, si ves algo que no es justo, pues tu haz lo que debas hacer para realizar justicia, y entendamos bien este principio.

No está hablando de hacer justicia por mano propia, ni nada que se le parezca, habla de que si ves a alguien sufriendo, ayúdalo, se justo con tu prójimo, no mires a otro lado cuando ves a alguien en necesidad.

Tiendele la mano a quien veas en necesidad, de eso habla Dios cuando se refiere a hacer justicia, a no mirar solo como un espectador, sino a ayudar a los que te rodean y ser su luz, y sus manos.

Muchas personas simplemente miran cuando alguien está padeciendo algún maltrato y dicen que horrible, pero, no buscan el modo de ayudar, ya sea mediante el consejo como en la búsqueda de acercarle una solución.

No somos quienes para juzgar, ya que todos y cada uno de nosotros somos pecadores, pero si, cuando veo algo que no es justo, cuando veo a alguien en necesidad, intervengo, dentro de mis posibilidades en pos de ayudar.

Si ves a alguien ser maltratado, o humillado, o ves a alguien sufriendo de discriminación, tu eres un hijo de Dios, luz en medio de las tinieblas, no mires hacia otro lado.

Se la boca de Dios, y dale a quien esta dolorido un consuelo y una mano amiga.

Eso es hacer justicia, eso es lo que Dios pretende de nosotros, no solo te limites a orar por alguien, si esta en ti poder ayudar, hazlo, porque todo lo que hagas por otro en privado, Dios te lo recompensara en público, es promesa de Dios.

La segunda es “amar la misericordia”.

Ama hacer lo bueno, no lo hagas porque “debes” o porque Dios quiere que lo hagas, busca alinear tu corazón con el corazón de Dios, mira como Jesús mira, y no te será una carga hacer lo bueno.

Cuando tu comienzas a hacer, en tu corazón simplemente sentirás una paz que solo viene del cielo, y aunque la salvación no es por obras, sabes que Jesús haría lo bueno.

Por lo cual nosotros somos imitadores de Jesús, y hacemos las obras que el hizo.

Ten misericordia del otro, como Dios ha tenido misericordia de ti, cuantas veces somos respondones con el Señor, o cuantas veces le fallamos, o luchamos con una debilidad y ahí está el Señor restaurándonos y perdonándonos.

Porque entonces no podemos tener misericordia de los demás?, porque te pones tan recto y nunca le dejas pasar nada a nadie?

Todos erramos, todos nos equivocamos y aun mas, todos pecamos, siempre hay algo que nos hace tambalear y es solo por la misericordia del Señor que podemos seguir.

Ofrece a los demas, la misma misericordia que recibes del Señor, perdona como eres perdonado, y se paciente al igual que El tiene paciencia contigo.

Cuando vayas a condenar a alguien con tus dichos, recuerda cuantas veces al día el Señor tiene de ti compasión, incluso como padres terrenales, recuerda como Dios nos tiene paciencia, del mismo modo actuemos con nuestros hijos.

Ama la misericordia, así como tú le pides misericordia a Dios para ti, ten tu misericordia para los demás, si eres líder, o pastor, ten misericordia de los que están a tu cargo, porque luchan con sus debilidades, carácter y cosas de la vida diaria, al igual que tú lo haces.

Y la tercera es “humíllate ante Dios”.

Dobla tus rodillas más habitualmente, búscalo todos los días, y recuerda que no somos perfectos, no es por nuestros talentos ni por nuestras fortalezas que podemos hacer la obra de Dios, sino por nuestra disposición a oírlo y obedecerlo.

Cuando logramos entender que humillarse delante de Él, es lo mejor que nos puede pasar, nos gozamos en hacerlo más y má.

Hay grandes promesas detrás de humillarnos delante de Él.

En la biblia Dios se refiere a “humillarse” como el acto de reconocer y aceptar mi condición de humano y que sin El nada podemos hacer, humillarse es un sinónimo de someternos.

Ponte bajo su cobertura, dandole todo de ti, y sin reservas dale su lugar en tu vida, reconocelo en todos tus caminos, y reconoce tu necesidad de El.

Y mira las promesas en torno a este reconocimiento y sometimiento al Señor:

Santiago 4:7 dice Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.

1 Pedro 5:6 dice Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;

Cuando nos sometemos a Dios, El pelea por nosotros y nos defiende, cuando nos humillamos ante El, entonces cuando sea el momento y en el lugar y ante quienes corresponda Él nos exaltara.

Si te humillas dándole todo tu ser al Señor, y le dices, Señor esto es lo que soy, imperfecto, estas declarando con humildad que solo no puedes, pero con El, si podrás.

Entonces Él te abraza, protege y no habrá nada que pueda contigo.

Si aprendes a humillarte ante El, entonces serás humilde con los que te rodeen, sabiendo que no eres brillante eso de: “uh cuan bueno soy en determinada área”, o  “que gran predicador soy que cuando hablo los demonios tiemblan”, no, cuando eres humilde sabes que si algo tienes, es porque el Señor está en ti respaldándote.

Conclusión:

Entonces, haz justicia de la buena, de la que Dios quiere que hagas, no como la del mundo, ama tener misericordia con los demás, como Dios tiene de ti, y humíllate ante Dios para llenarte de humildad para con los que te rodean, y Él te bendecirá.

Si aún no has conocido a Jesús, yo te invito a que le entregues tu corazón a Dios y cambies tu vida vacía por una vida abundante, dile conmigo:

“Señor Jesús, te abro mi corazón, perdóname y límpiame, hazme una nueva persona, quiero parecerme más a ti, me declaro a partir de hoy tu hijo/a, en tu nombre, Amen”.

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