Entremos por la puerta estrecha, porque es la que nos lleva a una vida de bendición.
13 “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;
14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”
Esta es una palabra que es muy directa, y fue dicha un poco después de que Jesús diera el Sermón del monte.
Jesús predicaba en todo momento y cualquier pregunta o cualquier lugar era bueno para enseñar. Ha dicho cosas como “yo soy la luz del mundo” o “yo soy la luz del mundo”, en Juan 10: 9 dice “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”.
La puerta estrecha es el camino del Señor y Jesús mismo es la puerta.
La palabra de Dios jamás se contradice, y cuanto más la estudiamos, más nos damos cuenta que todo tiene un único camino por el que se llega a la salvación y es a través de Jesús.
En este mundo hay dos puertas, una es la puerta estrecha, y la otra es ancha.
Si leemos por encima este pasaje nos da la sensación que nos está diciendo que es muy difícil llegar a la salvación.
Y la realidad es que no es fácil ser cristiano, seguirlo, permanecer y por eso Él se refiere de este modo y hace alusión a “la puerta estrecha”
Siempre es más fácil hacer lo malo, que elegir hacer lo bueno, pero, lo que tenemos después de esa elección hace que lleguemos a ser salvos y plenos en Cristo, o no.
A Jesús lo seguían multitudes, sin embargo nos sorprendemos cuando vemos a Jesús arrestado y solo a unos pocos siguiendo sus pasos y permaneciendo firmes.
Es que el mundo amedrenta y tienta y muchas veces tomamos la elección errada, basada en nuestra comodidad.
Pero cuidado, nadie va al Padre sino es por Jesús, por lo cual, si queremos la salvación para nuestra vida, necesitamos atravesar por El.
Entremos por la puerta estrecha y sigamos a Jesus.
Cuando Él nos llama, y aceptamos a Jesús en nuestro corazón, comienza la segunda etapa que es permanecer en El, y aceptar que ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.
Quizá usted lea esto y diga, pero esto es muy difícil, yo no voy a poder, o yo quiero vivir mi vida, Dios quiere que usted sea pleno y jamás le pedirá algo que El crea que no podrá realizarlo.
Tenemos al mejor de los Padres, y cuando nos acercamos a Él, somos adoptados, por lo cual más allá que quienes buscamos la voluntad de Dios y no la nuestra, sabemos que hacer esto nos traerá más bendición de la que podamos haber soñado.
Pero el proceso no es fácil, muchas veces nos caemos en el camino, pero ahí está El levantándonos, limpiándonos el polvo y poniéndonos en camino otra vez.
Conclusión:
No se desanime, continúe a la meta, esa puerta estrecha es Jesús, atraviese por El ya que no hay otro modo de llegar al Padre.
Así como fue terco en otro tiempo de su vida, ahora póngase terco y hágale frente a los deseos de la carne y del mundo que lo quieren empujar hacia el camino ancho y espacioso.
Ese camino ancho es el mundo y sus deseos y su final es camino de muerte.
Entremos por la puerta estrecha, aunque vengan las dificultades y la bendición del Señor estará en tu vida y sobre los tuyos.
Tómese de la mano del Señor y atraviese esta vida como Dios sueña que usted lo haga y usted y su casa serán salvos.