Soporto en silencio todo aquel castigo inmerecido por amor a nosotros, tomo nuestro lugar.
31 Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.
32 Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz.
33 Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera,
34 le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo.
35 Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.
Jesús iba camino a la cruz, y luego de haber recibido los azotes, con su cuerpo lastimado, tuvo que cargar con su propia cruz.
Un castigo inmerecido en silencio.
No puedo siquiera imaginar el dolor que pudo haber sentido sobre su espalda, la ley judía admitía hasta 40 azotes, y los soldados romanos usaban para esto un látigo que en la punta tenia pequeños pedazos de hueso y metal atadas a las hebras de cuero, y que con cada latigazo arrancaban parte de la piel.
Además de esto, estos soldados le pusieron sobre su cabeza, una corona de espinas, para burlarse de Él, sin ninguna piedad, y mientras escribo acerca de esto, realmente me impresiona y conmueve hasta las lágrimas, el pensar que todo esto acepto en silencio.
Y es que todo esto lo soporto en silencio, si leemos los evangelios, solo una vez le contesto a uno de los guardias del sumo sacerdote, que lo abofetea mientras Jesús le está hablando al sumo sacerdote Anas, lo podemos leer en Juan 18:23:
“Jesús le respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas?.
Fue el único momento donde Jesús respondió, y luego de esto nunca se quejó ni levanto su voz ni para lamentarse o para juzgar.
Te puedes imaginar esto por un momento?
Que hubiéramos hecho cualquiera de nosotros, seguramente nos habríamos defendido, o respondido de la misma manera, o incluso quizá hubiéramos maldecido y juzgado, pero Jesús soporto hasta lo insoportable.
Nos cuenta este pasaje, que cuando terminaron de azotarle, le pusieron sus vestiduras y le pusieron sobre los hombros la cruz que debía cargar hasta el monte de la Calavera, esta cruz cuentan los historiadores que podía pesar cerca de 50kilos aproximadamente.
Jesús se encontraba, golpeado, sin descanso, seguramente deshidratado y perdiendo sangre, y cargando semejante peso, no puedo siquiera imaginarme esa agonía, pero en ese camino a la cruz estaba Simón de Cirene.
Quien era Simón de Cirene.
Este hombre, según dicen algunos estudiosos, era un judío que venia del campo, y estaría en Jerusalén por la pascua, recordemos que en esos días se celebraba la pascua judía.
Significa que estaba de paso, Mateo dice que estaba con dos hijos pequeños, y mientras estaba en ese lugar en el justo momento en el que Jesús pasa con su cruz a cuestas, ya cayéndose, este es obligado a ayudarlo.
En principio él no quería ayudar, recordemos que la muerte por crucifixión era una muerte vergonzosa, de las peores que existían en aquel entonces, y para este hombre el hecho de pensar que tenía que cargar con la cruz de un “reo” era en un primer impacto algo que no quería hacer, pero lo hizo.
Llevar nuestra cruz.
Muchas veces algo que no queremos hacer, es cargar con nuestra propia cruz, sentimos el peso de la vida y de todo lo que nos toca padecer, pero aunque muchas veces no esperamos ciertas situaciones, debemos pasarlas.
Simón no esperaba tener que cargar con esa cruz, fue algo inesperado para él, y seguramente tú quizá no esperabas pasar por lo que estás pasando, pero acepta esa cruz y pide ayuda al cielo para sobrellevarla.
Siempre hay un Simón en nuestra vida.
Hasta Jesús necesito quien lo ayudara a cargar con esa cruz, y tuvo ayuda por parte de Simón, que aunque en un principio obligado pero lo ayudo, del mismo modo nosotros tendremos una ayuda puesta por Dios que nos dará la mano para ayudarnos a cargar con nuestra cruz.
Quien es tu Simón?
Dios no bajara del cielo a cargar tu cruz, te toca cargarla a ti, y pondrá a alguien que te ayudara con seguridad, para hacerte ese peso más liviano.
Piensa hoy en quienes están a tu lado, alentándote, dándote palabras de parte de Dios, y ayudándote de distintos modos necesarios para que pases al otro lado y para que tu cruz sea más llevadera.
Todos conocemos todo lo que vino después de llegar al monte de la calavera, esa cruel crucifixión con la que Jesús termino clavado en esa cruz, en como repartieron sus ropas, para dar cumplimiento a otra profecía que describía todo esto.
Sabemos que padeció una muerte que es sin duda dolorosa y cruel, que llevaba a que quienes padecían en una cruz murieran por asfixia y en una cruel agonía, se dice que una persona podía llegar a aguantar unas 3 o 4 horas antes de morir.
Tomate un tiempo ahora y piensa en esto por favor.
Quisiera que hoy pienses en ese padecimiento, pero no por el morbo, sino dándote cuenta que este castigo lo soporto el único ser que no lo merecía, el que no tenía pecado, ese padecimiento lo sufrió alguien que decidió ponerse en tu lugar.
Nosotros, el ser humano como raza caída, éramos quienes debíamos tener un castigo divino, y beber de la copa de la ira de Dios, pero sin embargo, el hijo del Dios altísimo decidió, beber El de esa copa y dejarnos a nosotros en libertad.
Hemos sido libres porque Él fue apresado, estamos perdonados porque El sufrió el castigo, y hoy tenemos la posibilidad de ser limpios de pecado porque El decidió cargar sobre sí mismo todas nuestras faltas al punto tal que mientras colgaba en esa cruz, el Padre tuvo que darle la espalda por el pecado que había caído sobre sus hombros, por eso encontramos a Jesus en un momento diciendo "Padre, porque me has abandonado".
No era que lo habia abandonado por lo que le estaba pasando, sino porque al estar sucio por el pecado, el Padre tuvo que volverle la espalda, El se estaba llevando toda nuestra suciedad.
Los que lo miraban decían, debe haber hecho algo muy terrible para merecer algo así, pero no, los que habíamos hecho cosas que pudieran merecer un castigo eterno somos nosotros, la humanidad toda, pero El recibió ese castigo para que nosotros no tuviéramos que hacerlo.
Pero esa aparente "derrota" fue el principio de una victoria que genera que hoy toda rodilla se dobla en lo que esta en el cielo, tierra y debajo de la tierra.
Conclusión:
Hoy eres libre por El, por eso cuando lo rechazas y dices que no tienes tiempo para El, recuerda bien quien te hizo libre.
Cuando pecas y dices este es un pecado pequeño, recuerda quien cargo con ese “pecadito”, y cuando dices que prefieres ir por “otros caminos”, recuerda bien que Él no se arrepintió del camino trazado y tomo tu lugar.
Si nunca le has recibido en tu corazón, te invito a hacerlo conmigo a través de una sencilla oración pero poderosa, cierra tus ojos y conéctate con El y dile:
“Señor Jesús, perdóname y límpiame, te abro mi corazón entra en él, y enséñame a caminar de tu mano y a seguirte, me pongo en tus manos, a mí y a mi familia, en el nombre de Jesús, Amen”.
Se sacrificio tan pesado que Él hizo por nosotros y sin embargo aún siendo un cristianos todavía no entendemos la magnitud de ese sufrimiento,no hemos valorado su sacrificio en esa cruz, sin tener culpa , somos unos mal agradecidos sin darnos cuenta de la magnitud de su amor