Biblia, Versículos

Jeremías 18:3-4. Vasijas nuevas.

Vasijas nuevas, eso somos en las manos de nuestro Dios, pero para hacer una vasija nueva, hay que comenzar desde cero.

Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda.

Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.

El deshace todo lo viejo, nos moldea hasta hacernos de nuevo.

En alguna otra oportunidad hemos visto este pasaje visto desde otra perspectiva, pero, hoy Dios ha hablado a mi corazón y me ha mostrado otra cara de esta verdad y de cómo Él trabaja en cada uno de nosotros.

Todos tenemos un llamado del Señor para llevar su palabra, y seguramente anhelamos ser usados en distintas áreas.

Pero venimos al Señor con un montón de vicios, costumbres y modismos que no sirven para el reino de Dios y que es necesario que sean cambiados.

El proceso nos lleva al siguiente nivel.

Para encontrar esa madurez en el Señor, esa madurez que nos lleva a ese siguiente nivel, que es el servicio.

Todos debemos ser pasados por el fuego, y sometidos a procesos en donde aprendemos, y sobre todo somos moldeados.

Somos instrumentos de Dios, pero seremos usados por El en el momento, como, donde y cuando Dios decide que estamos prontos para llevar a cabo su voluntad.

Y es en su tiempo y luego de tratar con nosotros, donde lo que El tenía preparado para nosotros se da cumplimiento.

Muchas veces ese proceso puede ser largo, y todo comienza con un encuentro.

No fue hasta que Moisés, tuvo un encuentro con Dios en forma de aquella zarza ardiente de la que nos cuenta la biblia en Éxodo, que Moisés tuvo clara cuál era su misión y recibió el toque y la instrucción necesaria para poder hacer lo que Dios quería que el hiciera.

Somos como vasijas viejas, que seran convertidas en nuevas.

Algunos venimos a Cristo, y creemos de cierto modo, que tenemos la capacidad o los conocimientos para servir al Señor, y podemos tener la mejor disposición.

Pero, en el reino de Dios todo funciona distinto.

No es por conocimiento sino por cuan rendido esta tu corazón al poder y la gloria de Dios.

Porque no eres tú el que hace la obra, sino El.

Nunca es nuestra obra, es la obra del Señor, no son nuestras habilidades, sino las de Él, y no es cuan carismáticos somos lo que produce el fruto, sino cuánto hay de Cristo en nuestra vida lo que produce un mover del Espíritu Santo que hace que las personas oigan lo que tienes para decir.

Cuando el proceso termina, la vasija queda lista y como nueva.

Cuando el Señor te llama, quebrara todo lo que traes, tus costumbres, tus modos, y todas aquellas cosas que sean un obstáculo para que su gloria brille.

Y ese es el proceso duro, ese proceso de quiebre y en el que todo lo que éramos se cae, todo lo sucio que había en nosotros, sale.

Y de pronto nace en nosotros una nueva versión, del modo que Él nos ve y nos ha soñado.

Quizá estas en medio de ese proceso, o te sientes estancado, pregúntate si eso no significara que estas en medio de un proceso de Dios en el que seguramente Él va a romper tus estructuras.

El te enseñara a no ser sabio en tu propia opinión y a oír cual es la opinión de Dios, y nacerá en ti una nueva criatura con una personalidad similar a la del Señor.

Conclusión:

Tu eres la arcilla en las manos de Dios, y el no está apurado, quizá sientas que la vida se te va, que estas grande, que has perdido tiempo, y estas ansioso por hacer cosas para el Señor.

Pero Él no tiene apuro, te moldeara y serás como arcilla en las manos del alfarero, hasta que, la obra sea tal y como Dios la ha pensado.

Si quieres servir a Dios, aprovecha ese desierto en el que Él te moldea para llevarte al siguiente nivel.

Él no se ha olvidado de ti, ni te ha desechado, simplemente está obrando en ti.

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