Confiar en Dios, es ni más ni menos, que tener la certeza absoluta de que en todos nuestros caminos y en todas nuestras cosas, El esta y no pierde el control.
5 Fíate de Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia.
6 Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.
Dejarnos caer en sus brazos.
Esa es la imagen que viene a mi mente cuando pienso en confianza absoluta, cuando confiamos podemos dejarnos caer sabiendo que en quien confiamos, nos sostendrá.
Como un hijo entrando al mar junto a su padre, sintiendo la seguridad de que él no lo soltara, que si el agua lo tapa, su padre lo elevara.
El que verdaderamente confía, se afloja, y suelta todo aquello que antes necesitaba tener en control.
David decía, “fíate de Jehová”, lo que en otras traducciones es lo mismo que decir, “confía en Jehová de todo tu corazón”.
Reconozcamos y metamos al Señor en todos nuestros caminos, en todas nuestras situaciones.
Confíale lo que más amas.
Porque dándole lo que más amas, le estas diciendo, “tú eres el dueño de mi vida”.
Quizá en el pasado, todo te tocaba resolverlo, quizá la carga era sobre ti siempre, y en tu mente se formó la percepción de que eres responsable por todo.
Y por supuesto que la responsabilidad es un atributo de los hijos de Dios, que guardan un buen testimonio, pero si comenzamos a poner nuestras cosas en las manos de nuestro Padre, la carga será más ligera.
Aprendamos a buscar en la palabra la respuesta a todas nuestras dificultades y decisiones que debemos tomar.
Cuando involucramos a Dios en todas nuestras situaciones, entonces Él va delante de nosotros y su Espíritu Santo es quien nos guía.
En el Salmo 23: 3 David cantaba:
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Él nos guía a verdes pastos, nos guía y nos lleva por el camino más seguro, porque nos ama, y porque Él le es fiel a su palabra, no promete algo que no cumplirá, si nos ha dicho, lo hará.
No dudemos de la fidelidad y la misericordia de Dios para con nosotros, confiemos en que en aquellas cosas que no podemos generar un cambio con nuestras fuerzas, Él lo hará por nosotros.
Tú no puedes convencer a nadie para que acepte a Jesús o crea en El, el Espíritu Santo es quien convence.
No podemos obligar a nadie a oírnos, pero podemos orar por misericordia y para que los oídos sean abiertos.
Filipenses 4:6-7 dice:
6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Vale decir que por nada debemos estar angustiados, o ansiosos, sino más bien, vayamos con esas angustias, ansiedades, necesidades y sueños delante del trono de nuestro Padre, y presentémoslas, incluso agradeciendo por anticipado todo lo que Dios hará acerca de ellas.
Entonces es cuando la paz de Dios se manifiesta y se hace tangible en nuestra vida.
Solo en ese momento te dejas caer sabiendo que alguien te sostiene.
Mientras nos aferramos a la lucha, y hacemos cosas sin parar porque estamos empeñados en lograr un resultado en nuestras fuerzas, entonces nos desgastamos y agotamos.
Pero cuando aprendemos a orar y confiar en que nuestras oraciones son oídas, comenzamos a caminar de un modo distinto, esa carga pesada se la lleva el Señor, y es suplantada por la ligera carga del Señor.
No significa que oramos y no hacemos más nada, significa que oramos y hacemos con las fuerzas que Dios nos da, y con la tranquilidad que el resultado no depende de cuan bien yo lo haga sino en cuanto creo en mi Padre que ha oído mi necesidad.
No sé cuál es tu problema, o necesidad hoy, o ese sueño, esa meta que quieres alcanzar, pero si se, que si te presentas a diario ante la presencia de Dios, y te expones a ella, tu mente será renovada y por ende tu vida misma.
Conclusión:
Usa las armas que Dios te ha dado y ora, ora y haz, pero no hagas sin orar, ni hagas según tu voluntad o fuerzas, busca su voluntad y entonces, Él te dará de sus fuerzas.
Existen principios básicos que no podemos desconocer, y ese es uno, y para conocer como obra Dios debemos acercarnos todos los días a Él, y conocer como obra.
Si quieres cambiar tu vida y proyectar esa luz a quienes te rodean, entonces, tienes que exponerte más al Espíritu Santo.
No se trata de sentirlo, se trata de saber que está allí para ti.
Hace poco oí una frase que resume lo que te estoy diciendo, exponerte al Espíritu Santo es como tirarse al sol en un día nublado, no lo ves, pero te quemara.
Si estas lejos de Él, acércate, y si no lo has conocido te invito a hacerlo mediante una sencilla oración:
“Señor Jesús, te pido perdón por mis pecados, entra a mi corazón, límpiame y dame nuevas fuerzas, y enséñame a conocerte y a confiar más en ti, en el nombre de Jesús, Amen”.