La verdadera Navidad es cuando comprendemos el significado de este día y cuando el pesebre de tu corazón está ocupado por Jesús.
9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Al entrar vieron al niño.
Una estrella guio a estos sabios hasta Jesús, y no tuvieron dudas en seguirla hasta tener ese encuentro con Cristo que los llevo a adorar a ese niño que encontraron envuelto en pañales en un humilde pesebre.
Cuando tienes un encuentro con Jesús, su sola presencia te lleva a adorarle.
Esa noche fue la noche en la que nuestra salvación había llegado.
Navidad con Jesús.
La Navidad de muchas personas que festejan este día, un enorme porcentaje conocen lo que significa, y que es lo que se recuerda, pero, otras cosas han suplantado la esencia de esta noche, y entonces los vemos corriendo detrás de regalos y comida.
Para otros en cambio, para aquellos que hemos tenido ese encuentro con Jesús, es el día en el que celebramos a Cristo y le agradecemos por el regalo de su venida a esta tierra por nosotros.
Cuál de los dos eres tú?
Anoche meditaba acerca de esto, y me encontré de pronto viendo el cielo en una fresca y hermosa noche, diciéndole “Señor te celebro”.
No sé cómo es tu caso, quizá tienes la bendición de poder compartir tu fe entre tu familia y con aquellos con quienes vas a pasar, y quizá en esa comunión puedas compartir esa alabanza y celebrarlo, o quizá no sea así.
Pero sea como sea que pases hoy, así sea que estés solo en tu fe, o acompañado en la misma, festeja este día, que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad, el día en el que el cielo descendió.
Como no adorar y honrar a quien ha decidido dejar su trono y su gloria, para nacer entre nosotros como uno más, tuvo necesidades, corrió como cualquier niño, siendo Dios, y todo hasta llegar a esa cruz que fue nuestra salvación.
Porque esa cruz significo la muerte para el pecado, y la vida para nosotros.
Jesús vino por ti y por mí.
Por justos y pecadores, por buenos y malos, por sabios o ignorantes, El no hace acepción de personas, no te califica como bueno o malo, se dio a si mismo por ti, y te dio el mejor de los regalos.
No sé si hoy recibirás un regalo, pero, hace más de dos mil años recibiste uno, y grande, se llama Jesús.
Ese Jesús que te conoce aún desde el vientre de tu madre, que sabe de tus alegrías y de tus tristezas, y que conoce hasta lo más íntimo de tu ser.
Ojala puedas hoy celebrar ese nacimiento, porque el ser humano no tenía esperanza de un buen futuro hasta que ese niño nació.
El motivo de la Navidad se llama Jesús, y si tu festejo esta en otras cosas, vuelve a la esencia de esta noche, porque nada hay mejor que tu corazón reciba a Jesús y el pesebre de tu vida este lleno.
Conclusión:
Disfruta esta noche con los seres que amas, quizá en estos difíciles tiempos en los que vivimos has perdido a un ser amado que hoy no estará, o quizá haya escases en tu casa y el festejo será humilde.
Pero recuerda que no hubo un hotel ni un sanatorio para Jesús, y que el más importante de los nacimientos, se dio lugar en un humilde lugar rodeado de animales, porque no se trata de cuanto tenemos sino a quien tenemos.
Jesús fue adorado por todos aquellos a quienes se les anuncio su nacimiento aquella noche, y hoy es adorado por millones que proclamamos su amor y su misericordia.
Hoy celebro a mi Jesús, quien me dio la oportunidad de volver mi prodigo corazón a su regazo, a quien cambio mi lamento en baile y dibujo en mí una sonrisa.
Celebro a Jesús, quien me dio esperanza, el que cambio mi dolor por alegría, mi soledad en abrazos, y mi vacío en una llenura que solo viene del cielo.
Hoy te invito a mirar al cielo, a agradecerle que se negara a sí mismo y venir por nosotros, al Padre que entrego el tesoro del cielo por cada uno de nosotros, y abre tu corazón para que nazca en tu vida una nueva esperanza.
Dile conmigo “Señor Jesús, te doy el trono de mi corazón, entra hoy, perdóname y límpiame y ayúdame a conocerte, gracias por lo que hiciste por nosotros, en el nombre de Jesús, Amen”.