Jesús vino por los perdidos, los enfermos son los que tienen necesidad de médicos, no los sanos, El vino a rescatar a todos aquellos que se encuentran perdidos, aun al más pecador de pecadores.
19 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.
2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico,
3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de
Estatura.
4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.
Cuando hay necesidad de Jesus, buscamos abrirnos paso para verlo y oirlo.
5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.
6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.
7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.
8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.
9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.
10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Jesús había entrado en Jericó, esa ciudad que muchos años antes, había sido conquistada de manera sobrenatural, todos recordaremos que fue tomada al sonido de las trompetas, tal y como el Señor había ordenado, en este tiempo de Jesús, viene de paso a visitarla y en el camino encontramos a Zaqueo.
Este hombre, pecador, y para nada querido por el pueblo, ya que era una persona que se aprovechaba de la gente, y les cobraba en ocasiones más de lo que correspondía, se había hecho rico, la realidad era que si alguien hubiera dicho, que este hombre terminaría cenando con Jesús, no lo hubiera creído nadie.
Cuenta la biblia que Zaqueo era de baja estatura, él quería ver a Jesús, había mucho entusiasmo y algarabía por la entrada de Jesús en Jericó, y él no se lo quería perder, pero para poder verlo, tuvo que atravesar esa multitud y tuvo que encontrar la forma para poder lograrlo, y su manera fue subiéndose a un árbol.
A veces deberás subirte a “un árbol” y buscar ese encuentro.
Muchas veces en la vida nos encontramos luchando incluso con nuestros propios argumentos, con nuestra incredulidad, o con las voces de personas a nuestro alrededor dando cada una su punto de vista, o recomendándonos esto o aquello, pero de nosotros depende llegar a Jesús.
El está ahí pasando por tu camino, y abierto para cenar contigo si tú buscas y deseas verlo y conocerlo cara a cara.
Hoy día no podríamos sentar a Jesús físicamente en nuestra mesa, pero si en nuestro corazón, y te doy testimonio que cuando Él se sienta en el trono de tu corazón, realmente tu vida da un vuelco.
La vida de Zaqueo dio un vuelco de hecho, Jesús paso por debajo de aquel árbol, y lo miro, y le dijo por el nombre “Zaqueo, baja porque hoy ceno contigo”.
Las personas alrededor comenzaron a murmurar, porque los religiosos no podían comprender que un Rabino pudiera sentarse a comer con un pecador como él.
Pero Jesús rompía esquemas.
Jesús, cenaba con pecadores, charlaba y perdonaba a las prostitutas, tocaba a los leprosos, y no tenía problema en mezclarse en medio de aquellos que no eran “santos”, porque Jesús no era un religioso, Jesús era el hijo de Dios hecho carne y vino a buscar a los perdidos.
El no vino a buscar a los que ya están bien encaminados, sino a aquellos que dan tumbos en la vida sin saber qué rumbo seguir, el que está enfermo es quien necesita un médico.
Por eso si tú eres un líder, un pastor, si estas en un lugar de liderazgo, que tu iglesia esta abierta para todo aquel que necesite una palabra de parte del Señor, no importan su ropa, ni su aspecto, ni su pecado, importa que se acerque a Jesús.
Luego de esa cena y esa charla con el Señor, Zaqueo toma la decisión de devolver multiplicado a todo aquel que hubiera estafado, y me imagino a la gente atónita ante esto.
Cuando Jesús toca la vida de alguien, esa vida, cambia, Él es el Dios de oportunidades, y si tú oyes lo que tiene para decirte y le crees tu vida puede cambiar también.
Zaqueo tomo una decisión que imagino no ha de haber sido fácil, porque devolver multiplicado, le implicaría en cierta medida un perjuicio, pero se traza un camino para convertir su vida.
Y ese sería el principio, no estaba dándolo todo, sino que devolvería lo justo, pero lo importante es que estaba tomando una decisión.
Y todo depende de que lo decidas.
Hoy también quizá tengas que tomar una decisión, y para tomarla, primero oye lo que el Señor te está diciendo, y luego pon manos a la obra, decídete a caminar rectamente y en todo lo que hagas serás prosperado y apoyado.
Conclusión:
Es tiempo de buscar a Jesús, de oír su voz, de invitarlo a tu vida y darte vuelta en algunas cosas que no están bien en tu vida, decídete a seguir a Jesús.
Cuando tomas la decisión, Jesús te respalda, no importa lo que hayas hecho en el pasado, ni tampoco cuantas personas te acusen, cuando Él te perdona, eres limpio.
En la cruz y a través de su sangre somos limpios de todo pecado, Zaqueo lo busco con hambre espiritual, y Jesús lo sacio.
Si crees que lo que has hecho es imperdonable, o que nadie te volverá a mirar nunca, hay esperanza en Cristo para ti, pide perdón, acércate, ábrete paso en medio de tantas voces y en medio de tus pensamientos.
Busca el rostro del Señor que hoy está aquí para decirte, “si te arrepientes te perdono”.
Te invito a abrirle tu corazón si nunca lo has hecho, o si hace tiempo que estas lejos de Él, dile conmigo:
“Señor Jesús, me arrepiento de mis pecados, límpiame y perdóname y ayúdame a hacer las cosas distintas en mi vida, te entrego mi corazón, cámbiame y ayúdame, en el nombre de Jesús, Amen”.