El hijo de Dios, el que no se aferró a su trono, sino que se despojó por amor, nació como uno de nosotros y vino a este mundo a salvarnos.
1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios.
3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7 Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. 8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
12 Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
El verbo de Dios.
Jesús es el verbo de Dios, el verbo hecho carne, aquel que creo el mundo y todo lo visible e invisible, pero el mundo no lo recibió, no tenía lugar para El, pero tanto fue el amor de Dios por la humanidad que envió el tesoro del cielo por nosotros.
Estamos próximos a la navidad, un momento en el que recordamos ese nacimiento que se traduce en esperanza para aquellos que hemos creído y lo hemos aceptado.
Hemos sido hechos hijos de Dios, no porque hayamos sido engendrados como lo es cualquier ser humano, sino directamente del Señor quien ha querido adoptarnos como hijos a través de Jesús.
Por tanto este día de Navidad, no olvides lo realmente importante en tu lista navideña, y es el agradecimiento y entendimiento del verdadero festejo y festejado, Jesús.
No es por haberlo merecido ni por merecerlo.
Ninguno de nosotros merecíamos que ese tesoro del cielo, dejara su trono y viniera a nacer en un pesebre, en un lugar rodeado de animales porque sus padres no encontraron lugar para hospedarse estando María ya próxima a dar a luz, sin embargo lo hizo por nosotros.
Por la gracia y el amor de Dios y por aquel acto hoy tenemos esperanza, reconciliación con el Padre, y la convicción de que un día cuando cerremos los ojos en esta tierra los abriremos a su lado.
La biblia nos cuenta una historia, que es más que una historia bonita, es una realidad y por ser una realidad nuestra vida y nuestro futuro cambio.
Siguiendo una estrella.
Estos famosos personajes, hoy día transformados en los reyes magos, fueron guiados por una estrella, estos estudiosos del cielo para aquella época, visibilizaron aquella estrella que simbolizaba el nacimiento del Mesías y que los guiaría hasta El, y allá fueron a adorarle.
Unos humildes pastores que pastoreaban ovejas también fueron avisados y también se apresuraron a dejarse guiar hasta el Salvador.
Y todos ellos formaron un conjunto de personas, que ajenos a lo que pasaba afuera estuvieron junto a Jesús en cuanto nació, y cuenta la biblia que se postraron y adoraron.
Como no adoraremos nosotros?
Nosotros no tuvimos la posibilidad que ellos tuvieron, o que tuvo Juan que fue quien clamaba a viva voz anunciando que la luz del mundo había llegado, pero, la salvación no es por vista, sino por fe.
Aquel nacimiento había cambiado el mundo y había partido la historia de la humanidad en dos hasta el día de hoy y hasta el fin de los tiempos.
Esa luz del mundo nació por ti y por mí, dejo su trono, su comodidad para nacer como un humano más, sintió hambre, sed, necesito ser amamantado y protegido y finalmente murió en una cruz para resucitar al tercer día y darnos salvación.
No sé cómo estás pasando estos días previos a la Navidad, quizá este año hayas perdido seres queridos, o a lo mejor te sientes muy lejos de Dios, pero como un día Juan anunciaba de Jesús, hoy somos muchos los que anunciamos su salvación.
Hoy somos muchos los que te damos testimonio de que cuando Jesús llega a una vida, la transforma, y como no agradecerle, y como no rendirse a su amor.
Vuelvete a su amor y tu vida cambiara.
No importa si no eres perfecto, ni tampoco importan tus debilidades porque Él es nuestro abogado.
Pídele hoy que limpie tu corazón, que te fortalezca en cada debilidad, en cada área frágil, y deja que el verdadero espíritu de la Navidad entre en tu vida.
Navidad no es sinónimo de Santa Claus, ni de regalos ni de comida, rápidamente el mundo confunde y da nuevos significados a todo, y no significa que este mal, comer o dar los regalos, claro que no, pero no perdamos de vista, cual es el festejo.
Conclusión:
Hoy el Señor golpea la puerta de tu corazón, hoy Juan no es quien grita que la luz del mundo ha llegado, pero su legado sigue gritándolo.
Sus palabras aún resuenan, y hoy somos millones los que hemos confiado, creído, y le hemos abierto el corazón a ese Jesús, que no quedo en una tumba sino que está vivo y sentado en su trono.
La Navidad es y será el tiempo en el que nuestro corazón debería estar más sensible y deberíamos reflexionar a cuán grande fue su amor inmerecido para que por su venida a esta tierra como un mortal, tengamos esperanza de una vida eterna con El.
Entrégale hoy tu corazón, dile conmigo “Señor Jesús, te abro mi corazón y te pido que entres en él, perdóname y límpiame y enséñame a conocerte, hazme crecer a tu lado, en el nombre de Jesús, Amen”.