Cuando Jesús nos llama, los sordos lo oyen, los ciegos lo ven, y quienes estaban duros son quebrantados, porque no hay otra voz como la de Él.
11 Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;
12 y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
13 Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.
14 Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
15 Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
16 Jesús le dijo: !!María! Volviéndose ella, le dijo: !!Raboni! (que quiere decir, Maestro).
La angustia de María.
Ahí estaba María Magdalena, al pie del sepulcro mirando hacia adentro, angustiada, no entendía lo que había sucedido ni donde estaba su Señor.
Es que María había sido una mujer como muchas otras que su mala manera de vivir, la habían dejado en una situación de angustia y soledad que solo pudo llenar el día que Jesús llego a su vida.
Jesús la rescato de la misma muerte, y transformo su corazón, ella le seguía desde aquel momento, estuvo a los pies de la cruz junto a María, la mama de Jesús y junto a Juan, el discípulo amado.
Y estaba allí esa mañana, llorando, imagino que se sentía vacía sin Jesús, era de algún modo el sentirse huérfana sin saber dónde estaba su Señor, luego de haber tenido un cambio de vida, ese día no sabía dónde estaba parada y otra vez su corazón estaba en angustia.
Pero Jesús la llamo.
Y Jesús, que se encontraba detrás de ella, mirando esa escena, le dijo “María”, y cuenta este pasaje que ella se volteo y lo vio y su expresión de sorpresa y alegría quedo plasmada en esa expresión “Rabino”.
Es como cuando te encuentras a alguien que deseabas tanto ver y le llamas por su nombre.
Es que cuando Jesús nos llama, como solo Él puede hacerlo, todo cambia, la angustia se va, el dolor se hace más pequeño y no hay modo de no oír su voz.
Hoy no te traigo este pasaje para hablarte de la resurrección de Jesús, que hemos hablado de eso en otros artículos, sino que te traigo este pasaje para hablarte de la voz de Jesús y como cuando Él nos llama nuestra dureza se rompe, las cadenas se cortan y todos nuestros argumentos se caen.
Él nos transforma.
Podemos tener muchos argumentos acerca de lo que creemos, acerca de lo que pensamos y muchas cosas que nos dicen que no somos capaces de seguir a Jesús, pero todo eso es porque realmente no hemos experimentado aun un encuentro con El.
Nadie que tiene un encuentro con Jesús queda igual, el velo que nos cubría irremediablemente se cae, los sordos oyen, los ciegos ven y no hay nadie que pueda quedarse frio delante de Su presencia.
Si estas orando por tus hijos, por tu esposo, por aquellos que amas, y los ves lejos de Dios sin querer nada con El, quizá ni siquiera quieren oírte cuando les hablas de su palabra, entonces ora para que el Señor les salga al encuentro.
Quien conocemos hoy como el Apóstol Pablo, uno de los apóstoles que llevaron la palabra y por quien muchos hoy día conocemos más acerca de Jesús, también era un hombre duro e insensible que mataba cristianos, hasta que, un “de repente” surgió en su vida y Jesús se le atravesó.
No hay forma que alguien no sea transformado por su voz.
Cuando Jesús te llama lo hace de un modo que nadie puede hacerlo, yo misma experimente por años estar lejos de Dios, y también de no querer saber nada, pensaba que esta vida no era para mí, que era para otros, hasta que, Jesús me llamo.
Cuando oí su voz, fue el día que mi corazón se quebró, y caí de rodillas y me rendí ante El, y todos los que realmente seguimos firmes a Jesús, todos, sin excepción, hemos pasado por un encuentro con El.
No significa esto que vas a verlo con tus ojos, significa que vas a oír su voz en tu corazón, y créeme que no hay nada raro ni especial que tu debas hacer para que eso ocurra, no es parte de ningún rito o costumbre, es el deseo de Jesús de rescatarte y de tener una relación personal contigo.
Y si estas orando por la conversión de tus seres queridos, quizá no oigan tu voz, pero escucharan la de Él, tu siembra y deja esa semilla germinar, y deja que Dios sea el que obre, no les agobies con palabras, deja trabajar al Espíritu Santo.
Si tu estas interesado en que ellos se conviertan, quiero que sepas que el Señor esta doblemente interesado, El oye tu oración, y responderá cuando sea el momento, sigue orando y pidiéndole y te aseguro que su voz llegara a sus corazones en el momento indicado.
Conclusión:
Si nunca has tenido un encuentro con Jesús, si no lo conoces de esta manera, hoy pídele conocerle más, rinde de verdad tu corazón, y si por primera vez oyes de Jesús, entonces hoy es el día en el que el Señor te está llamando por tu nombre.
Así como llamo a María, y toda su angustia se acabó, sus lágrimas ya no fueron de dolor sino de alegría al ver a Jesús y al sentir que recuperaba al objeto de su fe.
Del mismo modo hoy el Señor te llama por tu nombre, óyelo, y recíbelo en tu corazón y tu vida no volverá a ser la misma.
Te invito a que abras tu corazón conmigo, déjame guiarte en esta oración, repite “Señor Jesús, te abro mi corazón, perdona mis pecados y límpiame, entra a mi vida y transforma y ayúdame a seguirte firmemente de tu mano, en el nombre de Jesús, Amen”.