No hay duro que no se ablande, y esto lo vemos más claro que en ningún lugar en el encuentro de Saulo de Tarso con Jesús en estos versículos
3 Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;
4 y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
5 Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
6 El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?
Todos en algún momento hemos sido duros o soberbios, incluso algunos renegábamos de la fe, o puede que alguna vez hayas conocido las cosas de Dios y te alejaste.
También es muy común hoy día ver creyentes que oran y desean que sus seres amados conozcan a Jesús, pero los ven tan duros o incrédulos.
Miremos con los ojos de Jesus.
Cuando miramos con los ojos físicos y no pasamos ciertas cosas que vemos por el filtro de la fe, muy rápidamente solemos decir cosas como por ejemplo “este nunca va a dar el brazo a torcer” o “es muy duro”.
Saulo no solo era duro, era un asesino de cristianos, el azotaba a la iglesia y la perseguía. Él fue uno de los que aprobó por ejemplo la muerte de uno de los primeros mártires, hablo de Esteban.
Cuando este hombre iba por ese camino, iba enfurecido y dispuesto a dar muerte a cuanto cristiano se atravesara, pero, lo que él no sabía, es que ese encuentro en el camino a Damasco, cambiaría su vida para siempre.
Si continuas el pasaje, y lo vimos en alguna charla anterior, el queda ciego por unos días, pero luego un enviado del Señor ora por él, y recupera la vista, y comienza desde ese momento a predicar y se convierte de hecho en uno de los apóstoles más usados por Dios.
Jesus te intercepta en el camino.
Ese, al que quizás vemos duro o incrédulo, quizá sea un instrumento que Dios pueda usar en algún momento.
Hay un momento en la vida de todo ser humano, que es confrontado en su fe, y en algún momento o de algún modo Jesús se atraviesa en el camino.
Y cuando Jesús se atraviesa en tu camino, tú puedes ser el más duro de los duros, o el más incrédulo pero si Jesús te intercepta, vas a saber que es El, y tu vida no será la misma.
No hay duro que no se ablande y eso incluye a esa persona en la que quizás estás pensando en este momento mientras lees esto.
Cuando Jesús se atravesó en el camino de Saulo este cayo de rodillas, si iba a caballo, imagino que el caballo se frenó automáticamente.
En ese encuentro no hubo mucha charla, porque la presencia de Dios lo envolvió, lo bajo del caballo, le dijo quién era y a quien se estaba enfrentando y lo transformo.
Saulo tuvo un encuentro con Jesús ese día.
El mismo encuentro que hemos tenido nosotros, cuando Él se nos presenta, no hace falta que diga mucho más, es que tirarnos de rodillas es la reacción natural frente a la majestad de la presencia de Dios.
Su presencia rompe todo orgullo.
La presencia de Dios vivifica, transforma, nos deja sin argumentos, y cualquier orgullo, soberbia o dureza se rompe.
Si estas orando por tu esposo o esposa, o por tus hijos, y los ves duros, cree y batalla en el espíritu porque la presencia del Señor les saldrá al encuentro.
A la hora correcta, en el momento perfecto, allí mismo Él les saldrá al encuentro.
Y te aseguro que los argumentos, o la incredulidad se irán, y al igual que Saulo, ante el amor de Dios, la única pregunta que cabe es “Señor que quieres que haga”.
Conclusión:
Recordemos que alguna vez, muchos, por no decir todos nosotros, en algún momento fuimos duros, o rebeldes. Y el Señor a veces tuvo que recurrir a bajarnos del caballo y frenarnos.
Lo que Dios toca, transforma, cuando Dios te sale al encuentro el único resultado posible es una vida transformada.
Oremos por todos aquellos que aún no conocen de la palabra de Dios, por aquellos que viven aún por sus propios deseos para que el mismo Jesús que se atravesó en el camino de Saulo se atraviese en sus caminos.
Tus eres un instrumento de Dios en la tierra, Él te ha llamado para llevar su palabra hasta lo último de la tierra. Ponte en la brecha y oremos para que muchos Saulos sean interceptados por Jesús.