En el momento indicado en el que el Señor nos dice que hablemos o que hagamos, es el momento en el que tenemos que hacer y decir, y entonces sabremos que su presencia esta y que nada puede salir mal.
12 Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.
13 Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.
14 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.
15 Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.
16 ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?
No nos adelantemos.
El ser humano por lo general está lleno de buenas intenciones, y en ocasiones queremos hacer o decir, incluso sentimos que tenemos un don, o un ministerio dado por Dios y entonces en nuestras buenas intenciones nos adelantamos a los tiempos y procesos.
Quizá si tenemos el llamado y el ministerio, pero no podemos caer en hacer, ir o decir fuera de tiempo, porque si vamos fuera de tiempo entonces iremos solos, y el resultado de lo que hagamos no será óptimo.
Moisés sabia de esto, ya lo había comprobado, a la edad de 40 años, había decidido salir de Egipto a conocer a su verdadero pueblo, el sabía que Dios lo había llamado, pero en el camino mato a un egipcio que maltrataba a un israelita, porque el de algún modo sentía que venía a libertarlos.
Solo cuando actuamos en el tiempo de Dios, las puertas se abren sin tener que forzarlas.
Pero se metió en muchos problemas por hacer esto, por actuar fuera de tiempo, es verdad que el seria quien llevaría a su pueblo hacia la tierra prometida, pero no era aún el momento, faltaba mucho proceso de Dios en su corazón y carácter, y entonces en este momento en el que leemos este pasaje, nos encontramos a un Moisés bien plantado.
Un Moisés que sabía que si la presencia de Dios no iba con él, no podría llegar a buen puerto.
Hablemos cuando sea el tiempo indicado, aprendamos como Moisés a leer los tiempos y a decir, “Si tú vas, yo voy, cuando me mandes a hablar, entonces hablare”.
No está mal tener el deseo de compartir la palabra, no está mal tener sueños, pero entonces prepárate, lee, escudriña y aprende de la palabra, porque el conocimiento de aquel de quien quieres predicar es necesario porque será tu cimiento, plántate en la palabra de Dios.
Y entonces cuando el enemigo viene a susurrarte mentiras, podrás decir, “no, porque escrito esta”.
Seamos excelentes en todo.
A veces tenemos la errada sensación de que nos gusta hacer algo y como es para Dios, aunque lo haga bien o mal, da igual, y no es así, claro que Dios ve tu corazón y el amor con que hagas las cosas para El, pero, recuerda que tenemos un Dios excelente.
Por lo tanto, hagamos todo lo que es para Dios, con la excelencia que merece un Dios como el que tenemos.
Si el mundo se esfuerza por dar un concierto elaborado y bien preparado, o una buena conferencia, porque los hijos de Dios no nos esforzaremos en darle lo mejor a quien da y dio todo por nosotros?
Dios cumplirá su propósito en ti.
El desea llevarte a otro nivel en tu vida espiritual, y desea usarnos a cada uno de nosotros, Jesús antes de ascender a los cielos dejo la instrucción muy clara en Mateo 16:15 “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”.
Entonces, ten por seguro que si tu deseo es servirlo, Dios quiere que lo hagas, pero ten el corazón de Moisés, que aprendió que es en el tiempo del Señor y con la indicación y presencia del Señor.
Si hemos sido llamados, también seremos capacitados, cuando somos llamados a seguir a Jesús, Él se toma tiempo en enseñarnos, el Espíritu Santo hace la obra.
Jesús tuvo tres años ejerciendo su ministerio, pero estuvo los otros 30 años de su vida, preparándose para cuando fuera su tiempo.
Aunque Jesús era hijo de Dios, nació como cualquiera de nosotros, tuvo hambre, sed, sueño, tuvo que aprender a caminar, leer y aprendió de la palabra de Dios donde nos cuenta la biblia, que el siempre asistía a la sinagoga.
Incluso hay un pasaje donde Jesús siendo adolescente se había ido a enseñar al templo, pero sus padres lo fueron a buscar, y El, siendo Dios hecho hombre, obedeció y se fue con sus padres, aun no era su tiempo, Él estaba en proceso y en ese proceso se sujetó a la autoridad de sus papas y se dedicó a prepararse.
Tres años de ministerio y 30 años de preparación, pero esos tres años marcaron la historia.
Conclusión:
Entonces si Jesús, siendo quien era, nos dio el ejemplo de que si o si, quienes somos nosotros para adelantarnos?
Dios no bendice nuestras intenciones, sino nuestra obediencia y nuestro corazón rendido.
Si tú quieres que tu vida impacte a otros para que lleguen a los pies de Cristo y para que vean en ti a alguien que brilla por el poder de Dios sobre su vida, y que deseen tener lo que tú tienes, entonces pídele guía al Señor.
Como Moisés, pídele al Señor, que Él vaya contigo, que te enseñe, y sobre todo que su presencia este contigo, porque si Su presencia no está, hablaras e iras en vano.
Pero si la presencia de Dios va contigo, todo lo que hagas prosperara.