El fuego del Espíritu Santo, es algo de lo que todos tenemos que ocuparnos de mantener encendido.
Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, 2 a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor.
3 Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día;
4 deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo;
5 trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.
6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Pongámonos en contexto.
El apóstol Pablo, se encontraba preso en el momento que está escribiendo esta carta, y la misma en estas líneas está dirigida a Timoteo, quien se había convertido con Pablo y él lo sentía como un hijo espiritual.
Por lo tanto vemos a un padre espiritual dándole las instrucciones para que se mantenga firme y con el fuego de Dios encendido.
Pablo lo tiene presente, y habla acerca de las cualidades de Timoteo como siervo de Dios, habla de esa fe no fingida, significa esto que algunos fingen tener fe?
Más bien creo que se refiere a aquellos que tienen fe, hasta que la tormenta llega y ahí en vez de estar más en comunión que nunca con el Espíritu Santo para salir ilesos de la tormenta se alejan, y eso es una clara muestra de que en realidad la fe no era genuina, pero en este caso, Timoteo tenía una fe genuina.
Tú vas a demostrar que tu fe es firme cuando en medio de la prueba te tomas del Espíritu Santo y continúas.
Frio espiritual y frio en el cuerpo.
Hoy me desperté, y en el lugar en el que vivo y me encuentro hace frio, estamos en otoño pero ya las temperaturas están bajas, y el Espíritu Santo me hizo ver una clara comparación entre el frio espiritual y el frio que se puede sentir en el cuerpo.
Sentimos frio en el cuerpo cuando habiendo bajas temperaturas no nos abrigamos lo suficiente, o no estamos cerca de la estufa, cuando no avivamos las llamas en esas hermosas estufa a leña para que el fuego se mantenga encendido, entonces sentimos el frio que genera que estas llamas desaparezcan.
Del mismo modo cuando no estamos en comunión cercana con el Espíritu Santo, muy pronto comenzaremos a sentir ese frio espiritual que nos ataca y nos genera pocas ganas de congregarnos, o de orar o de leer la palabra.
Es algo muy habitual en los cristianos, y muchos lo hemos padecido, y digo “hemos”, porque todos tenemos las mismas luchas, no hay excepciones, todos tenemos que estar constantemente luchando contra el frio espiritual, y no hay otro modo de hacerlo.
Solo podemos mantener el fuego espiritual, del mismo modo que nos calentamos el cuerpo acercándonos a la estufa y abrigándonos, el frio espiritual se combate acercándose al fuego del Espíritu Santo.
La carne, muchas veces nos dirá, “no tengo ganas”, “no lo siento”, pero solo se le gana a la carne, negándole lo que pide.
Y no me refiero con esto a que tengamos que hacer ningún tipo de sacrificio, porque todo el sacrificio ya lo pago Jesús en la cruz, sino al hecho de que aunque no sientas ganas y tu carne diga “estoy cansada”, busca a Dios en oración, y busca oír la palabra, porque la fe viene por el oír.
Y el fuego de Dios descenderá.
El apóstol le decía, “aviva el fuego del don que hay en ti”, deja muy claro que el Espíritu Santo está en Timoteo, y el está en ti que estás leyendo hoy también, si te has entregado a Jesús y has rendido tu corazón, el Espíritu Santo está en ti, aviva el fuego, acércate a la llama y revive tu espíritu.
No nos dio Dios espíritu de cobardía, dice que nos dio espíritu de amor, de poder y de dominio propio.
Dominio propio, significa que aunque no sienta ganas, puedo dominar mis ganas, significa que aunque la tentación venga a mi vida, puedo dominarla y puedo frenar mis impulsos.
Pero no puedo hacerlo por mí misma, puedo hacerlo solo cuando dejo que el Espíritu Santo obre y si me mantengo alerta a su voz.
Gálatas 2:20 dice.20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”
Todo está relacionado.
La fe como veíamos al principio de este pasaje, es algo fundamental, si hay fe genuina, venga lo que venga sabemos que Dios esta y vive en nosotros.
Tenemos por la fe certeza, que el Espíritu Santo habita en nosotros y no nos desampara y sea lo que sea que venga Él vive en nuestro interior.
Nos dio un Espíritu que nos llena de amor y de poder, si estamos débiles, entonces recordemos esto y deja que Él te de su fuerza, porque en nuestra debilidad, Él se manifiesta.
Conclusión:
Si estas hoy pasando por una etapa de frialdad, déjame decirte que lo que te falta es acercarte a la estufa, y no te hablo de la estufa a leña, sino al fuego del Espíritu Santo.
Muchas veces caemos en el error de ignorar al Espíritu Santo que habita en nosotros y entonces lo entristecemos, lo dejamos a un costado y nos olvidamos que contamos con una herramienta poderosa, ya que quien habita en ti es el mismo Espíritu que levanto a Jesús de entre los muertos, ni más, ni menos.
Por lo cual si esa es tu situación hoy te invito a acercarte y encender esa llama.
Y si nunca le has abierto el corazón, hoy es el día, y además de que tu nombre sea escrito en el libro de la vida, permítele que encienda el fuego de la pasión por Dios que es el que nos hace seres llenos de amor, poder y dominio propio.
Dile conmigo “Señor Jesús, abro mi corazón, te pido entres en él, perdóname y límpiame y enciende en mi corazón el fuego de Dios, ayúdame a mantenerme siempre a tu lado y con tus frutos, en el nombre de Jesús, Amen”.