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El nos restaura, y cambiar el corazón para con el Señor, es uno de los desafíos de todo creyente, porque lo malo y lo que contamina sale desde el interior.
51 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
2 Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
4 Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.
5 He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.
6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.
9 Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11 No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
12 Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.
Un pecador arrepentido.
Este sin duda es uno de los salmos que más me impacta, porque me identifico mucho con David.
Seguramente tú y todos conocemos a David, este personaje de la vida real que en principio es conocido por la famosa historia de aquel joven bonito que se enfrentó al temible Goliat y que lo derroto con una honda, de la mano del Señor.
Dios había escogido a David desde una edad muy temprana y fue elegido por el Señor para ser el segundo rey de Israel, y de seguro el más importante, quien marcó una época y fue ungido por el mismo Dios.
Pero a pesar de esto, David peco.
Después de haber sido un hombre que siempre había sido respaldado por Dios, y que con corazón sincero lo buscaba, miro a una mujer, que no era su mujer con deseo, y se acostó con ella.
Y no conforme con eso, como esta mujer era casada, ideo un plan para que este hombre, que era un soldado, fuera puesto en la primer línea de batalla para que muriera y así sucedió.
Ese hombre usado por Dios, no solo cometió adulterio, sino también planeo un homicidio.
Y esto obviamente hizo mella en el corazón de David, porque hay un momento en el que el creyente luego de pecar, luego de caer, toma conciencia.
Y este salmo nace un tiempo después de todo esto que te cuento, tiempo en que David tuvo que atravesar por las consecuencias de sus actos.
Adán y Eva se escondieron.
Cuando Adán y Eva pecaron en el Edén, las escrituras nos cuentan que a la hora de la tarde cuando acostumbraban conversar con el Señor, ellos estaban escondidos, y le dijeron al Señor que estaban desnudos.
Y por supuesto que el Señor ya sabía lo que había sucedido pero, les estaba dando la oportunidad de confesar.
David peco, y cuando lo hizo no reacciono rápidamente, porque estaba obnubilado por aquella mujer, con la que se casó posteriormente y tuvieron un hijo, el Señor espero por el arrepentimiento de David pero no llego hasta algún tiempo después, y ese primer bebe murió.
Identifiquemos que es lo que nos nubla la visión y nos hace tambalear.
Las consecuencias del pecado.
Siempre el pecado tiene consecuencias, el enemigo entra cuando le abrimos la puerta, y hace estragos, él no se conforma con molestarnos, sino que su pasión es arrasar con todo aquello que valoramos y amamos.
Muchas veces los creyentes abrimos los ojos y el arrepentimiento viene cuando comenzamos a perder todas aquellas bendiciones que teníamos con el Señor.
Otras veces, en el mejor de los casos, cuando lidiamos con una debilidad, con una tentación que puede tener muchas formas, el arrepentimiento y el dolor, por caer en esa pasión, viene enseguida.
David pidió un nuevo corazón.
No es lo que nos rodea lo que nos contamina, sino lo que está en nuestro interior, nuestras pasiones, nuestros malos deseos, tenemos una herencia de pecado que arrastramos.
David fue restaurado por Dios cuando su corazón se rindió a Él.
Pedro fue restaurado por el propio Jesús luego de este haberlo negado, Jesús le busco y Pedro le declaro su amor tres veces, así como tres veces lo negó.
Jesús no fue en su búsqueda para reprocharle, fue a buscarlo para restaurar la relación, y le dijo, si me amas, apacienta mis ovejas, no le hablo del tema, solo de su amor.
En otras palabras, le dijo, si me amas dedícate a mis cosas, yo ya no me acuerdo de lo que hiciste, miro tu vida caminando en mi propósito, y este es su deseo para con nosotros también.
Mateo 15:19
19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
Jesús mismo dijo esto, significa que no es lo de afuera lo que nos hace caer, sino lo que hay dentro nuestro, son nuestros malos deseos con los que luchamos.
David lucho con su pasión, y en este hermoso salmo expreso todo aquello que sintió luego de ese tropezón en su vida.
Le pide “purifícame con hisopo”, significa con detalle, en profundidad, que no quede ningún rincón en mí, dame un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí, esa fue su oración.
Y debe ser tu oración y la mía.
No es fácil mantenernos enfocados, pero no es imposible cuando amamos al Señor, queremos que su Espíritu este dentro nuestro y no perderlo.
La verdad es q no hay nadie santo, ninguno de nosotros, y todos luchamos con aquellas cosas que deseamos.
Génesis 39:11-12 cuenta la historia de una huida que salvo la vida de José.
11 aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. 12 Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y Salió.
José salvo su vida espiritual huyendo de esta mujer que representaba una gran tentación en su vida.
Porque hay huidas que son las que nos salvan, cuando lo que tenemos enfrente nos es difícil de sortear, porque nos significa una gran debilidad.
David se complicó la vida cayendo en su tentación, pero el Señor es misericordioso en ambas situaciones, Él no nos deshecha, sino que nos restaura.
Tú y yo podemos ser restaurados.
No importa tu pecado, ni tu caída, para Dios no es novedad lo que pasaría en nuestra vida, ni en qué cosas nos meteríamos, por supuesto que la obediencia nos salva de pasar por las consecuencias dolorosas del pecado, pero, en ocasiones, debemos pasar por ahí, como David.
Y es en ese momento cuando nos hacemos eco del Salmo 51 y le pedimos al Señor, cámbiame, purifícame con hisopo y dame un corazón nuevo.
A veces no caemos porque no amamos a Dios, sino porque nuestra humanidad nos juega malas pasadas, pero es en ese momento que la gracia dada por el Señor en la cruz se pone a trabajar.
Es en ese momento que el abogado que tenemos en el cielo nos justifica mediante su sangre y nos limpia nuevamente.
Tienes oportunidad.
Hay una voz seguramente en tu interior diciéndote que tú no sirves para seguir a Jesús, pero hay otra voz que viene de lo alto que en 1 de Pedro 2: 9 te grita:
9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.
Porque Dios te da un nombre diferente al que solías tener.
Conclusión:
El cambio nuestra identidad.
Tu identidad no la marca ni tu debilidad, ni lo que hayas vivido en el pasado, ni tampoco lo que los demás dicen de ti.
Somos lo que Dios dice que somos, esa es nuestra identidad, no por ser santos, sino porque somos justificados por Jesús en la Cruz del Calvario.
Anímate y acércate a Él, porque Él no te condena ni te deshecha, sino que te abraza, restaura y te ayuda a caminar como un buen padre enseña a sus hijos en los errores y en los aciertos.
Si nunca le abriste el corazón a Jesús, dile conmigo “Señor Jesús, te abro mi corazón, perdóname, límpiame y dame un nuevo corazón conforme a ti, anota mi nombre en el libro de la vida eterna, Amen”.