“10 Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?”
Hemos hablado en una charla anterior del momento que Jesús vive en Getsemaní, mientras ora a su Padre angustiado, pero aceptando la voluntad de Dios, es este uno de los momentos más fuertes, ya que vemos a Jesús en un momento de angustia como nunca antes.
Algunos de sus discípulos se encuentran ahí con El, incluido Pedro, y este pasaje nos describe el momento del arresto de Jesús y como Pedro desenvaina una espada y le corta la oreja a Malco, siervo del sumo sacerdote Caifás.
No sabemos cómo Pedro tenía una espada, pero ahí estaba, dispuesto a defender a su Señor con todas sus fuerzas, hiriendo a Malco.
Para su sorpresa, Jesús, en un tono hasta severo le dice “guarda tu espada”.
Jesús sabe que esto es lo que debe hacer, y que todo lo que está ocurriendo es por lo cual dejo su trono, descendió y se hizo uno de nosotros, para hacer la voluntad de su Padre a pesar de lo que tuviera que padecer.
En el evangelio de Lucas en el capítulo 22:51, se nos cuenta que Jesús tocando la oreja de Malco, le sano, tal era la misericordia del Señor.
Llama la atención que la biblia no hace alusión nunca más a Malco, a pesar de que Jesús lo sano y fue su ultimo milagro antes de la crucifixión, algunos teólogos opinan que la razón es que Malco jamás se convirtió.
Hay personas que pueden recibir milagros del Señor y aun así permanecer en su dureza y no rendirse nunca ante sus pies.
La orden de Jesús hacia Pedro fue en otras palabras, “quédate quieto, todo esto pasa porque yo dejo que pase y obedezco a quien me envió”
Mateo 26:53 dice “¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?”
Entonces Pedro soltando la espada comprendió, y los soldados cayeron sobre Jesús.
Ese Jesús que con tan solo una palabra se podría librar de la cruz, y con solo un pedido a su padre doce legiones de ángeles arrasaría con todos ellos.
Pero no abrió su boca, Isaías 53:7 nos dice “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”.
Puedo imaginar lo que sintió Pedro en ese momento, el realmente amaba a Jesús.
Sería bueno que tú pienses en este momento que Jesús podría haberse librado fácilmente de todo lo que padeció, pero por el contrario, decidió entregar su vida por nosotros.
A Jesús nadie le quito la vida, El la entrega.
San Juan 10:18 dice “Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar”.
Él fue de modo voluntario a la cruz, a pagar el precio por ti, sin poner resistencia.
Le costaste mucho a Jesús, el compro tu vida con su sangre, te limpio y te dio redención.
Alguna vez oí algo que me gustó mucho y te lo comparto, cuando un hombre compraba un esclavo en esa época lo hacía y esa persona pasaba a ser propiedad de su dueño, pero Jesús te compro para ponerte en libertad.
La pregunta es, has visto alguna vez amor más grande que ese?