Sana nuestro interior Señor, y ayudanos a alejar la amargura y la falta de perdón, la raíz de amargura nace de la semilla del enojo, que da lugar al rencor y crece en nosotros una raíz de la que el Señor nos advierte.
“14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminado”
El nos conoce.
Somos humanos, y el Señor conoce nuestro carácter, conoce nuestras debilidades y también sabe que nuestra reacción ante las ofensas suelen ser grandes, y que esto es algo a tratar en nuestras vidas.
El apóstol nos exhorta a estar en paz con todos, será que esto significa que no puedo enojarme o que es pecado enojarse? La respuesta es no.
El enojo no es pecado, pero quedarte con ese enojo y que el haga nido en tu corazón si lo es, la palabra de Dios dice en Efesios 4:26:
”26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
27 ni deis lugar al diablo”.
Por tanto puedes enojarte, y muchas veces tendrás razones para hacerlo, y el Señor comprende, El mismo se enojó también en alguna oportunidad, pero, no peco, porque ese enojo así como vino, se fue.
Y si alguien te ha ofendido, debes soltar ese enojo que lo único que hace es ensuciar tu interior, si el sol se pone sobre tu enojo, y tú te quedas con ese sentimiento albergado en tu corazón, estarás abriendo una puerta al enemigo para que entre y haga estragos.
No dejes que el enojo haga nido en tu corazón.
No le des lugar al diablo dice esta palabra en Efesios, es muy claro, es que el enojo y el posterior rencor, roban tu paz, esa paz que el Señor te pide que tengas y mantengas con todos, y no solo eso, hace que en tu corazón germine una raíz de amargura.
Para que una raíz crezca, es necesario que primero exista una semilla, y el enojo es esa semilla, que crece hasta transformarse y si tú quieres la paz de Dios en tu corazón y la bendición de Dios y su perdón sobre tu vida, entonces perdona.
El perdón no es algo que se siente, el perdón es algo que otorgamos por decisión.
Ninguno de nosotros siente perdonar a alguien que nos ha herido o maltratado, pero los que tenemos a Jesús en nuestro corazón y queremos seguir sus pisadas, decidimos perdonar, y quitar de nuestro interior esta raíz de amargura que nos ancla al fondo de un pozo y no nos deja crecer en nuestra vida espiritual.
El Señor quiere que goces de una vida espiritual sana, y para eso, que estés libre de rencor, y de cualquier raíz de amargura sea completamente necesario.
Cuando tú hablas con alguien que ha experimentado el perdón sobre su vida, se nota, porque es alguien a quien no me cuesta perdonar, porque si nosotros mismos hemos recibido ese perdón del cielo, como no vamos a perdonar a nosotros.
Quizá estés leyendo esto y estés pensando, como voy a perdonar a alguien que abuso de mí, o de alguien que amo, hay cosas que son terribles, pero, tu suelta, decide perdonar, nada ganas albergando en tu corazón ese sentimiento, más bien se obediente y toma ejemplo de Jesús y toma la decisión de perdonar para ser libre.
No significa esto que todo será igual con quien te ha ofendido, sino que significa que tu guardas tu vida espiritual, y tu relación con Dios, y no olvides que la justicia viene del cielo y Dios no es deudor de nadie.
Conclusión:
El Señor sufrió traición, maltrato, e injusticia, asique Él sabe muy bien lo que sientes, pero, El que era Dios pero hecho hombre, y le dolían las cosas tanto como te duelen a ti, sin embargo Jesús oro por aquellos que lo ofendían y maltrataban y en todo momento guardo su corazón en paz.
Guarda tu corazón, cuida tu vida espiritual, no hay nada que Dios no sepa, el Señor sabe lo que sientes, lo que te han hecho o lo que has sufrido y su consuelo esta para ti, su abrazo esta hoy para ti.
Quita de tu interior la amargura, rechaza ese sentimiento que el enemigo ha sembrado en ti, y limpia tu corazón, y Dios se encargara de tu situación.