Este es el momento de romper con lo que nos detiene, y avanzar, El no deja las cosas a medio hacer como nosotros, no nos dejara incompletos, Dios nos quiebra para formarnos a su manera y voluntad, y no deja la obra a medio terminar.
6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;
El siempre termina lo que comienza, y esta es una gran diferencia con nosotros los seres humanos, que muchas veces iniciamos algo con mucho entusiasmo, pero en medio del camino ante las dificultades que se nos puedan presentar abandonamos.
El no deja tu vida para otro momento.
A veces no abandonamos, pero lo dejamos para después, hay un término que me viene a la mente ahora y es la palabra procrastinar, y significa aplazar deberes o responsabilidades adquiridas, dejar para otro momento algo en lo que deberíamos ocuparnos.
Y es que el ser humano es así, las emociones en oportunidades nos juegan malas pasadas y en vez de sortear los obstáculos o dolores, o enfrentar nuestros temores, preferimos “dejarlo para otro momento”.
Qué tal que lo que no quieres enfrentar sea algo en tu interior?
Y Dios nos impulsa a ocuparnos de nuestras responsabilidades, y a hacerles frente, aunque sea difícil, pero los cristianos debemos terminar lo que empezamos.
Eso sucede, posponemos aquellas cosas que tenemos que arreglar con el Señor, venimos con ciertas costumbres, modos, frustraciones o conductas adoptadas por cosas que hemos vivido.
Pero cuando Dios llega a nuestra vida, todo lo que fuimos, todo aquello con lo que arrastramos, esos “tú no vas a poder”, esos “tú no sirves” o tantas cosas que puedan haber dejado una marca en nosotros y que se refleja en el modo en el que vivimos, todo eso Dios lo quiebra.
Cuando ocurre esto?
Ocurre cuando tu corazón se quebranta delante de El sin tapujos, sinceramente, mostrándole tus debilidades y dándoles el nombre correcto, no el que nos duele menos, sino el real, si por ej. Tienes la costumbre de mentir, no es “temor al castigo”, es que caes en mentira, ese es el pecado.
Cuando tu pones delante del trono de Dios, todas esas cosas con las que vienes, Él no te juzga, sino que te abraza, limpia, perdona, pero te dice, ahora si me dejas actuar a mí, entonces yo romperé tus estructuras y todas esas formas, maneras y costumbres y te daré otra forma.
Hemos hablado en otros artículos acerca de que Dios es el alfarero, y que nosotros somos las vasijas, y que su mayor deseo es poder hacer de nosotros una vasija nueva.
Pero es muy fuerte lo que el Espíritu Santo viene hablando a mi interior en estos días, acerca de que para hacer algo nuevo, primero debe destruir todo lo viejo.
Procesos necesarios.
Ese es un proceso en el que quizá, derramemos alguna que otra lagrima, seguramente en oportunidades podemos sentirnos débiles, o inseguros, pero, el que ha empezado la obra la terminara como dice este pasaje en Filipenses.
Pero Dios no puede usar una vasija vieja, sino que la hará de nuevo, por lo cual, cuando quebrantes tu corazón realmente delante de Él, entraras en un proceso con el Espíritu Santo, que solo EL y luego tu sabrán lo que dure, pero que es un proceso necesario para aquellos que verdaderamente quieren ser uno con el Señor.
Él no puede compartir espacio con ningún pecado, con ninguna idolatría, con malos modos, o con la desobediencia, y eso último es un ingrediente fundamental en un hijo de Dios.
La obediencia y busqueda de Dios en tu vida determinara tu futuro.
La obediencia llevo a Abraham a sin objetar, llevar a su hijo Isaac para sacrificarlo solo porque su Señor se lo había ordenado, a ese hijo, por el que tanto había orado, pero nunca dudo, jamás dudo que Dios era misericordioso, y que si él le hacía daño a su hijo, Él había prometido y Él se lo devolvería.
Llevado a nuestro tiempo y a nuestras costumbres de hoy, claro que Dios no te pedirá algo así, ya hubo un sacrificio y Dios no quiere otro, ya Jesús lo hizo todo por nosotros, pero si te pedirá tu corazón para restaurarlo y trabajar en él.
Si quieres servir a Dios, si quieres ser un discípulo del Señor, y si lo quieres seguir, vas a tener que aprender a oír su voz y dejarlo meter la mano, en esos rincones sin guardarte nada para ti.
Conclusión:
Ten algo por seguro, no hay cosa en la que Dios intervenga que sea para mal, todo lo que Dios toque en tu vida, será para mejorarlo, aunque a primera vista algo de lo que te demande duela, o cueste.
Él no puede contradecirse, así que si te ha prometido terminar la buena obra, él no te dejara a medio terminar, eres esa arcilla en sus manos que amasara y amasara, y muchas veces deberás preguntarle “Señor es por aquí?”, y si todos los días tienes comunión con El, sabrás como caminar.
Y un último punto y muy importante, si tú quieres que el Señor obre en ti, es necesario que cultives la relación con El, y como lo haces? A través de la oración, ora, lee la biblia, empápate de todo lo que te traiga y acerque a su palabra.
No dudes que aquel que comenzó la obra en ti, la terminara.