Él nos guarda, y que declaración poderosa es esta que David hizo y que cada vez que leemos este salmo hacemos cada uno de nosotros.
121 Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
2 Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.
3 No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.
5 Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
6 El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.
7 Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.
8 Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.
Tú tienes quien te ayude.
Aquellos que creemos y hemos entregado nuestra vida a Jesús, tenemos nuestro ayudador, tenemos quien nos defiendan y responda por nosotros.
Estamos en el hueco de su mano, dice su palabra que estamos esculpidos en la palma de su mano, a que le temes?
El enemigo seguramente vendrá a poner pensamientos en tu cabeza y más en estos tiempos que vivimos, tiempos de pandemia, donde la enfermedad está cerca, rondando, en tiempos donde hay tanta inseguridad.
Pero nosotros no estamos confiando en la ciencia, ni en las fuerzas de seguridad de nuestros respectivos países, que son respetables, pero actúan según sus limitadas fuerzas humanas, nosotros confiamos en aquel que no tiene límites y todo lo puede.
El que es el principio y el fin, el dueño de todo lo creado, visible e invisible.
Nuestro Dios es un Dios que no necesita dormir, siempre vela por nosotros, y sabemos que mientras estemos debajo de sus alas, sometidos a Él en obediencia y amor, no resbalaremos, ya que ahí está el Señor para levantarnos y sostenernos.
Este salmo de David es un salmo que infunde fe, que nos muestra la grandeza del Dios que tenemos, ese que no se ausenta jamás, dice que es sombra a nuestra mano derecha.
Quiere decir que nada de lo que hagamos, ni a donde vayamos se le escapa, es nuestra sombra, nuestra fortaleza y nos guarda en todo tiempo.
Esta promesa habla de que no nos fatigaremos, El cuida nuestro cuerpo como nuestra alma.
A todo lugar donde vayas, El ira contigo, guardara tu entrada y tu salida, desde ahora y para siempre, no dice desde aquí a un año, ni a 6 meses, dice para siempre.
Aunque hayas metido la pata, aunque te hayas debilitado, El está ahí como poderoso gigante y como padre bueno, para perdonarte y fortalecerte.
No permitas que tus emociones te jueguen malas pasadas, ni tengas una fe sensorial, una fe sensorial es esa fe que esta y crece solo si las cosas van bien, pero decrece si van mal.
Como hijos de Dios sabemos que todas las circunstancias, aunque sean las que creemos que son malas, serán usadas para bien, nuestro Padre no se amedrenta ni se duerme ni se cansa, su brazo está extendido a nuestro favor siempre, y de lo malo sabe sacar cosas buenas para nosotros.
Confía en El.
Ten confianza en aquel que te amo al punto de dar su vida por ti.
La palabra dice en Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Si el Padre fue capaz de dar a su unigénito hijo, por ti y por mí, literalmente lo entrego y fue torturado y crucificado, no crees que esta más que interesado en nuestras vidas?
Quedo demostrado que sí, lo que el Señor promete lo cumple, y no importa lo que se tarde, porque para el Señor un día es como mil años, Él sabe nuestros tiempos y nunca pierde el control, confía en EL.
Conclusión:
Si estás pasando por un momento de tu vida difícil, o por una enfermedad, o problemas familiares, sea cual sea tu problema, El no está ajeno.
Mira a lo alto, porque es de lo alto que viene tu socorro, no creas que porque estas en Dios, no tendrás problemas, porque es una promesa que los tendremos, así como Jesús los tuvo.
Pero si es una gran promesa que todo nos ayuda a bien, no mires tu problema como un castigo o como que Dios se olvidó de ti, porque eso está muy lejos de la realidad, mira más bien tu circunstancia como una oportunidad de acercarte al Señor y aprender a depender de Él.
Si nunca le entregaste t corazón al Señor, te invito a hacerlo hoy conmigo, dile: “Señor Jesús, perdóname y límpiame, hazme una nueva criatura y enséñame a caminar en tu camino de tu mano todos los días de mi vida, Amen”.