Miqueas 6:8. Que pide Dios de ti.

Que pide Dios de ti, aquí está muy claro, y quisiera que juntos desmenucemos este pasaje y tengamos claro que es cada cosa.

Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

Este pasaje de Miqueas es tan claro y especifico, marca con muchísima claridad aquellas cosas que son claves en cualquier persona que sigue al Señor.

Está separando en tres acciones lo que el Señor nos pide.

La primera es “hacer justicia”.

Busque para definirte que significa justicia, y encontré varias opciones, pero una que creo que es la más clara es que es el principio moral que nos lleva a determinar dar a cada uno lo que a cada uno le corresponde.

Te resalto que el Señor no te dice impartir justicia o no te dice que emitas un juicio sino que nos dice, “hagan justicia”, en otras palabras, si ves algo que no es justo, pues tu haz lo que debas hacer para realizar justicia, y entendamos bien este principio.

No está hablando de hacer justicia por mano propia, ni nada que se le parezca, habla de que si ves a alguien sufriendo, ayúdalo, se justo con tu prójimo, no mires a otro lado cuando ves a alguien en necesidad.

Tiendele la mano a quien veas en necesidad, de eso habla Dios cuando se refiere a hacer justicia, a no mirar solo como un espectador, sino a ayudar a los que te rodean y ser su luz, y sus manos.

Muchas personas simplemente miran cuando alguien está padeciendo algún maltrato y dicen que horrible, pero, no buscan el modo de ayudar, ya sea mediante el consejo como en la búsqueda de acercarle una solución.

No somos quienes para juzgar, ya que todos y cada uno de nosotros somos pecadores, pero si, cuando veo algo que no es justo, cuando veo a alguien en necesidad, intervengo, dentro de mis posibilidades en pos de ayudar.

Si ves a alguien ser maltratado, o humillado, o ves a alguien sufriendo de discriminación, tu eres un hijo de Dios, luz en medio de las tinieblas, no mires hacia otro lado.

Se la boca de Dios, y dale a quien esta dolorido un consuelo y una mano amiga.

Eso es hacer justicia, eso es lo que Dios pretende de nosotros, no solo te limites a orar por alguien, si esta en ti poder ayudar, hazlo, porque todo lo que hagas por otro en privado, Dios te lo recompensara en público, es promesa de Dios.

La segunda es “amar la misericordia”.

Ama hacer lo bueno, no lo hagas porque “debes” o porque Dios quiere que lo hagas, busca alinear tu corazón con el corazón de Dios, mira como Jesús mira, y no te será una carga hacer lo bueno.

Cuando tu comienzas a hacer, en tu corazón simplemente sentirás una paz que solo viene del cielo, y aunque la salvación no es por obras, sabes que Jesús haría lo bueno.

Por lo cual nosotros somos imitadores de Jesús, y hacemos las obras que el hizo.

Ten misericordia del otro, como Dios ha tenido misericordia de ti, cuantas veces somos respondones con el Señor, o cuantas veces le fallamos, o luchamos con una debilidad y ahí está el Señor restaurándonos y perdonándonos.

Porque entonces no podemos tener misericordia de los demás?, porque te pones tan recto y nunca le dejas pasar nada a nadie?

Todos erramos, todos nos equivocamos y aun mas, todos pecamos, siempre hay algo que nos hace tambalear y es solo por la misericordia del Señor que podemos seguir.

Ofrece a los demas, la misma misericordia que recibes del Señor, perdona como eres perdonado, y se paciente al igual que El tiene paciencia contigo.

Cuando vayas a condenar a alguien con tus dichos, recuerda cuantas veces al día el Señor tiene de ti compasión, incluso como padres terrenales, recuerda como Dios nos tiene paciencia, del mismo modo actuemos con nuestros hijos.

Ama la misericordia, así como tú le pides misericordia a Dios para ti, ten tu misericordia para los demás, si eres líder, o pastor, ten misericordia de los que están a tu cargo, porque luchan con sus debilidades, carácter y cosas de la vida diaria, al igual que tú lo haces.

Y la tercera es “humíllate ante Dios”.

Dobla tus rodillas más habitualmente, búscalo todos los días, y recuerda que no somos perfectos, no es por nuestros talentos ni por nuestras fortalezas que podemos hacer la obra de Dios, sino por nuestra disposición a oírlo y obedecerlo.

Cuando logramos entender que humillarse delante de Él, es lo mejor que nos puede pasar, nos gozamos en hacerlo más y má.

Hay grandes promesas detrás de humillarnos delante de Él.

En la biblia Dios se refiere a “humillarse” como el acto de reconocer y aceptar mi condición de humano y que sin El nada podemos hacer, humillarse es un sinónimo de someternos.

Ponte bajo su cobertura, dandole todo de ti, y sin reservas dale su lugar en tu vida, reconocelo en todos tus caminos, y reconoce tu necesidad de El.

Y mira las promesas en torno a este reconocimiento y sometimiento al Señor:

Santiago 4:7 dice Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.

1 Pedro 5:6 dice Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;

Cuando nos sometemos a Dios, El pelea por nosotros y nos defiende, cuando nos humillamos ante El, entonces cuando sea el momento y en el lugar y ante quienes corresponda Él nos exaltara.

Si te humillas dándole todo tu ser al Señor, y le dices, Señor esto es lo que soy, imperfecto, estas declarando con humildad que solo no puedes, pero con El, si podrás.

Entonces Él te abraza, protege y no habrá nada que pueda contigo.

Si aprendes a humillarte ante El, entonces serás humilde con los que te rodeen, sabiendo que no eres brillante eso de: “uh cuan bueno soy en determinada área”, o  “que gran predicador soy que cuando hablo los demonios tiemblan”, no, cuando eres humilde sabes que si algo tienes, es porque el Señor está en ti respaldándote.

Conclusión:

Entonces, haz justicia de la buena, de la que Dios quiere que hagas, no como la del mundo, ama tener misericordia con los demás, como Dios tiene de ti, y humíllate ante Dios para llenarte de humildad para con los que te rodean, y Él te bendecirá.

Si aún no has conocido a Jesús, yo te invito a que le entregues tu corazón a Dios y cambies tu vida vacía por una vida abundante, dile conmigo:

“Señor Jesús, te abro mi corazón, perdóname y límpiame, hazme una nueva persona, quiero parecerme más a ti, me declaro a partir de hoy tu hijo/a, en tu nombre, Amen”.

Artículos relacionados:

Deuteronomio 7:8-9. Dios es Fiel.

Dios es fiel, está con nosotros y nos guarda incluso a pesar de que nosotros no somos tan fieles siempre.

sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.

Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones;

Jamas nos abandona.

Si algo he aprendido en esta vida que he vivido, es que aunque nosotros seamos infieles, y rebeldes, Dios permanece fiel.

Él nos amó con un amor inigualable, nos ha sacado, como dice este pasaje, de la esclavitud y nos ha liberado de la mano de nuestros opresores.

Quizá has vivido por mucho tiempo lejos del Señor, viviendo tus propios caminos, yendo por donde tu corazón te llevaba, pero si el Señor te ha llamado, tú eres de Él, y no nos abandona.

A veces llegamos al extremo, antes de ir a la cruz y hablar con el Señor, y recordar que en esa cruz quedaron clavados nuestros pecados, y que El nos ama por sobre todo, y aunque nosotros nos olvidemos de El, El no se olvida y no nos deja, permanece fiel a nosotros, esperando que nos volvamos a el de corazon.

Muchas veces nos permite que andemos por esos caminos y experimentemos lo que nos generan, no por puro capricho de Él, sino porque nos ha dotado de Libre albedrio, o en otras palabras, soy dueño de elegir si lo sigo o no.

Pero no importa donde vayas, ni cuán lejos estés de Él, en tu corazón, aunque estés frio como el hielo, y duro, ni aun así, el Señor te abandona.

Quizá notes que aun en los peores momentos cuando ya crees que esta vez si te derrumbas algo sucede, y una luz de esperanza llega, eso, querido lector, no es suerte, ni son los muchos amigos que puedes tener, es la misericordia infinita del Señor que a pesar de tu rebeldía, guarda tu vida.

Durante muchos años en los que estuve lejos del Señor y viví muchas y variadas cosas por las cuales debí pasar, siempre  en el último momento algo pasaba y me salvaba, y llegue a atribuir esta cuestión a la suerte, hay quienes se lo atribuyen a que tienen un “ángel”, pero lo cierto es que no es el ángel, ni es la suerte, es el amor de Dios.

Dice este pasaje que Dios es misericordioso, y que esa misericordia alcanza no a una ni a dos, sino a mil generaciones.

Tu y los tuyos recibiran de El.

Quizá alguien en tus antepasados, alguna vez ha entregado su corazón a Él, y tú has sido alcanzado por esa promesa, o quizá tú, eres la primera generación, y esa misericordia alcanzara a tus generaciones futuras.

Quiero decirte, que su fidelidad es para siempre, permanece fiel aunque tú lo ignores, aunque te olvides de Él, puedes andar rebelde por ahí, pero aun así, Jesús esta con los brazos abiertos para ti.

No significa que si andamos por malos caminos, nada malo nos sucederá, claro que sí, si nos exponemos a lo malo, tarde o temprano nos tocara, pero Dios es muy misericordioso, y siempre estará allí dándote la oportunidad de que eleves tu mirada al cielo y clames por su ayuda.

El permanecerá fiel aunque este en silencio.

Cuando estamos lejos, o cuando nos estamos enfriando, aun sin darnos cuenta, a veces nos parece que El no está, que se ha ido, pero no es así.

De todos modos es importante que reaccionemos y demos vuelta, esta vez en dirección al amor de Dios para con nosotros.

El Señor fue tan fiel que aunque no lo tomamos en cuenta, aunque muchas veces lo hemos rechazado, Él se sacrificó por nosotros, y en ese sacrificio nos dio la libertad para la esclavitud en la que estábamos inmersos.

Dios ha sido fiel siempre, hace unos días, recordaba cómo era mi vida antes de volver mi corazón a Él, y recordé como cada vez que creía que iba a hundirme había una mano que me levantaba, yo no sabía que era la de Él.

Conclusión:

Quizá tú te encuentres en una situación similar, quizá no sabes cómo viene la ayuda, y pienses que viene de la mano de alguien más, pero quiero que sepas que la misericordia de Dios mueve a quienes tienes alrededor en tu favor, aunque a veces no lo sepas.

Y esa fidelidad y misericordia, no es solo para ti, sino para los que vienen después de ti, para tus hijos, nietos, y hasta mil generaciones, porque esa fidelidad nunca se acaba.

Buscalo, clama a El y El te respondera.

Si crees que nadie te ama, que estas solo, que no tienes ninguna ayuda, mira la cruz, y recuerda que mientras Jesús colgó en esa cruz, clavo juntamente con El, a principados y potestades, tus pecados y todo lo que te ataba.

El vino para darte vida y vida en abundancia, abre tu corazón a su amor y a su presencia, el Señor no te dejara jamás, el hombre puede mentirte, o decepcionarte, pero El jamás lo hará.

Si nunca le has abierto el corazón, te invito a hacerlo, dile conmigo, “Señor Jesús, te abro mi corazón, perdona mis pecados, entra a mi vida y enséñame más de ti, hazme una nueva criatura, en el nombre de Jesús, Amen.”

Artículos Relacionados:

Colosenses 3:18-23 Sujeción, obediencia y conceptos

Sujeción, obediencia y conceptos que tenemos, esto es algo que hoy día se ve muy poco en la sociedad la que vivimos, pero leamos este pasaje.

“18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.

19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.

21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.

22 Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios.

23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombre”

La familia creación de Dios.

Cuando vemos que la biblia nos llama a sujetarnos, viene a nuestra mente el equivocado concepto de humillación o de estado de esclavitud, y esto que Dios nos pide está muy distante de eso, no hay que confundir los términos y entender el concepto.

La familia, creación de Dios.

Hoy en día vivimos en una sociedad donde los hijos no obedecen a los padres, los matrimonios no tienen el valor que deberían tener, y la familia en el concepto en el que fue creada ya no tiene el mismo rol, porque este mundo se encarga cada día de desvirtuarlo y poner a la familia en un lugar por debajo de los propios deseos.

He oído en infinitas oportunidades a personas diciendo “yo debo pensar en mí”, y por más que es algo, que si es correcto, hay una línea muy delgada entre pensar en uno para hacerse el bien, y caer en el egoísmo de solo pensar en uno mismo.

Mateo 22:39 dice “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”, de ahí que está muy bien pensar en uno mismo, sin olvidar la segunda parte, que el amor por uno mismo tiene que estar en el mismo renglón que el amor al otro.

Cuida al otro, como quieres que te cuiden.

Si lo que hacemos por nosotros mismos lastima a otro, entonces estamos en una falta grave.

Este pasaje comienza dando una instrucción hacia las mujeres, y como mujer también entiendo que en este mundo violento en el que vivimos, muchas podrán leer esto y dirán “yo no voy a sujetarme a un marido agresivo”.

Mujer, Dios quiere lo mejor para ti.

Dios no te ordena que te quedes al lado de un marido agresivo, Él te ama y quiere lo mejor para ti, y seguramente cuando elegiste a ese marido Dios no estuvo en medio de tu decisión, pero si esa es tu situación, Él te anima a que ores por él, pero no te obliga a que aceptes ningún trato agresivo, al contrario.

Pero si tienes un esposo en Cristo, recuerda que es cabeza de hogar así como Cristo es cabeza de la iglesia, ahora, ojo, porque ese liderazgo del hombre no significa que esté por encima o sea más que la mujer, sino que el hombre ejerce un liderazgo amoroso y benevolente y los dos juntos en conjunto sometidos a la guía de nuestro Señor.

La mujer es un vaso frágil, como tal debes tratarla.

La sumisión y es importante que este concepto quede claro, es una sumisión que debe estar basada en el amor y debe traer gozo, por lo cual para que esto suceda debe haber un matrimonio buscando a Dios parejo, la sumisión traerá bendición y gozo en los dos.

Varón, cuida de tu esposa y tratala como a vaso frágil.

Y eso queda muy claro, porque acto seguido hay una clara instrucción para los esposos, “amad a vuestras mujeres y no sean ásperos con ellas”, eso significa, ojo como la tratas.

Las mujeres somos, dice la palabra como “vaso frágil”, y tenemos un lugar muy importante en el corazón de Dios.

Eva fue hecha por último, pero no por ser creada última es porque valga menos, sino porque se suele guardar para lo último la creación más deseada.

No en vano Jesús se presentó ante María Magdalena primero que a nadie, porque hay algo en el corazón de las mujeres que El ama y protege, esta mezcla de fragilidad con fuerza y dulzura.

Padres, seamos pacientes.

El Señor no se olvida de los hijos, estos que en este tiempo en el que vivimos, tan tecnologizados, y rebeldes olvidan las bases de la obediencia a los padres y el respeto que nace del amor.

Hijo, si tú quieres bendición de Dios en tu vida, obedece a Dios y a tus padres, si no lo haces no puedes recibir bendición, porque hay bendición en la obediencia, aunque hoy no comprendas la instrucción que recibes, obedece y Él te bendecirá por tu corazón.

Y los padres, Dios que es perfecto, sabe cómo a veces los padres solemos excedernos, y nos invita a no exasperar a nuestros hijos, que también son humanos, cuidado como los tratamos, pidamos sabiduría a Dios para no excedernos, ni en los límites, ni en las libertades.

Servir a Dios es un privilegio, pero estamos para eso, para servir.

Y por último, si estas sirviendo en una iglesia, se obediente porque Dios premia la obediencia, Jesús fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz, por lo cual, quienes somos nosotros para no obedecer?

Y cuando estés en tu trabajo, hazlo con excelencia, nos dice claramente al final, hagan todo como para el Señor, no para el hombre, se un buen testimonio del poder de Cristo, y lo que hagas hazlo con excelencia y se un digno representante del Señor.

Conclusión:

Dios mira los corazones obedientes, y premia la obediencia, El mira lo secreto de tu corazón, todo lo que hagas hazlo con gozo.

Tengamos claros los conceptos, no mal entendamos según conveniencia de cada quien, Dios es un Dios justo y conoce los pensamientos y las intenciones de nuestro corazón.

Quizá hoy tengas que ser obediente y no entiendas algo que debas obedecer, pero confía, que si el equivocado es el otro, Dios vera tu corazón y tu corazón obediente será bendecido.

Echa tus cargas delante del Señor, y aprendamos de Él.

Artículos Relacionados:

Los 10 mandamientos: porqué Dios los escribió

Los 10 mandamientos (o Decálogo) son mandatos morales escritos en tablas de piedra. Formaron parte de la ley que recibió Moisés en el Monte Sinaí. Su autor es Dios y fueron registrados por Moisés en el libro Éxodo de la Biblia.

Los 10 mandamientos expresan la ley moral natural. El conocimiento de esta ley se ha visto empañado y oscurecido por el pecado original y por los sucesivos pecados personales. Los Mandamientos establecen lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Pero no se trata de prohibiciones de libertad, sino que es una senda que nos muestra el camino del bien, el camino moral y espiritual de perfección. Son faros de luces que nos llevan por el camino del bien liberándonos de los pecados.

Los mandamientos fueron escritos por Dios para ayudarnos a resolver nuestros problemas, a identificarlos y a poder subsanarlos. Los problemas son los pecados. El pecado se entiende como un alejamiento de los propósitos que Dios tiene para nosotros. La ley no soluciona nuestros problemas, los revela de forma más clara para que aceptemos el remedio que Dios nos provee. Los mandamientos nos permiten vernos a nosotros y a nuestras fallas con más claridad.

Según el versículo 24:7 del libro Éxodo, Moisés leyó los mandamientos al pueblo y eel pueblo afirmó: «Acataremos todo lo que el Señor ha dicho y lo obedeceremos»

Los 10 mandamientos muestran el camino de una vida liberada de la esclavitud del pecado. Los tres primeros revelan el amor a Dios y el resto el amor al prójimo.

Los 10 mandamientos son:

1) El Primer Mandamiento es: Amarás a Dios por sobre todas las cosas. No tendrás otros dioses fuera de mí.

No te harás escultura, ni imagen, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte y celoso.

Es el primer y mayor mandamiento. Amarás a Dios Señor con toda tu alma y tu corazón. Amar a Dios significa elegirlo siempre como fin último de todos nuestros actos. Actuar siempre en su gloria. No habrá un fin superior a éste. No habrá ningún amor superior al amor por Dios. Ni por tus padres ni por tus hijos. No habrá nunca otro amor que pueda postergar el amor por Dios. Quien ame a otra persona más que a Dios, no será digno de él.

Esto es sólo devolver su amor para con nosotros. Él nos amó primero, nos creó. Rechazar su amor es un pecado. Él nos amo y envió a su hijo para salvarnos. Es por eso que debemos entregar toda nuestra alma y nuestra vida a él.

Con la oración, nos acercamos a él y alimentamos y sostenemos ese amor. La oración puede darse de diferentes formas: la adoración es una. Adoramos a Dios y lo reconocemos como nuestro creador. La oración es un acto de sincera adoración a Dios. La otra forma es la acción de dar gracias. Agradecer a Dios por todo lo que somos y por todo lo que tenemos. Todo es gracias a él. La tercera forma de oración es la petición. Petición como hijo a nuestro padre, que nos perdone nuestros pecados y nos ayude en nuestras vidas.

2) El Segundo Mandamiento es: No tomarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque yo, el Señor, no consideraré inocente al que tome en vano mi nombre.

Este mandamiento llama a honrar el nombre de Dios. Sólo se deberá pronunciar su nombre para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo. El nombre de Dios no debemos entenderlo como el nombre de una persona. Dios no puede ser abarcado por los términos humanos ni existe un nombre en realidad que pueda abarcar la esencia divina. Dios es superior, trascendente, por encima de toda la humanidad. A pesar de esto, para que podamos nombrarlo e invocarlo, él se manifiesta en el Antiguo Testamento bajo diferentes nombres.

¿Cómo honramos el nombre de Dios? En el Padrenuestro rezamos «Santificado sea tu nombre». Santificar a Dios es reconocerlo como santo, tratar su nombre de manera santa. Es lo que hacemos cuando adoramos o alabamos a Dios. Al decir «Santificado sea tu nombre» pedimos que su nombre sea santificado a través de nosotros, que nosotros y los demás lo glorifiquemos.

El segundo mandamiento prohíbe también todo uso inconveniente del nombre de Dios y la blasfemia. Blasfemar es un grave pecado. Significa proferir contra Dios palabras de odio o reproche.

3) El Tercer Mandamiento: santificarás las fiestas. Te acordarás del día de reposo y lo santificarás. Durante seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el día séptimo es de reposo en honor del Señor tu Dios. No harás en él ningún trabajo. Ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni el extranjero que viva dentro de tus ciudades. Porque yo, el Señor, hice en seis días los cielos, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, pero reposé en el día séptimo. Por eso yo, el Señor, bendije el día de reposo y lo santifiqué.

La Biblia narra toda la obra de creación de Dios. Así como él trabajo seis días y descansó el séptimo, el hombre también debe hacerlo, para dedicar ese día al descanso y al culto divino. El domingo y las demás fiestas, los fieles tienen la obligación de participar en la Santa Misa. Las otras fiestas son la Navidad, Epifanía, Ascensión, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Santa María Madre de Dios, Inmaculada Concepción y Asunción, San José, Santos Apóstoles Pedro y Pablo y, finalmente, Todos los Santos.

Los fieles que faltan deliberadamente a estos preceptos cometen un pecado grave. Sólo estarán excusados por una razón grave como enfermedad o cuidado de niños pequeños.

Asimismo, en los días de fiestas, los fieles deben guardarse de trabajar o de realizar cualquier actividad que impida disfrutar del día de Dios, del culto y del descanso.

4) El Cuarto Mandamiento es: Honrarás a tu padre y a tu madre, para que tu vida se alargue en la tierra que yo, el Señor tu Dios, te doy.

El cuarto Mandamiento se refiere específicamente a la relación de los hijos con sus padres. Se extiende también a las relaciones con otros miembros de la familia e incluso a la relación entre alumnos y maestros.

Dios creó a la familia como institución principal y este mandamiento habla de las relaciones en el seno de la familia, la célula original de la vida social. La Sagrada Familia es el modelo de la familia, como modelo de amor, de autoridad, servicio y obediencia. Un buen cristiano debe honrar a sus padres procurando darles alegrías, rezando por ellos y correspondiendo a los sacrificios que ellos hacen por sus hijos. Es la gratitud y el respeto hacia aquellos que nos han traído a la vida. Agradecer a la madre por sus dolores y al padre por sus sacrificios para hacernos crecer en edad y sabiduría. No olvidar que por ellos hemos nacido y agradecer con docilidad y obediencia.

El cuarto mandamiento también obliga a los hijos mayores a cuidar de sus padres en la vejez, en lo material y en lo moral.

5) El Quinto Mandamiento es: No matarás. La vida es sagrada porque es creación de nuestro Señor y debe ser preservada. Nadie, bajo ninguna circunstancia, debe atribuirse el derecho de matar a un ser humano inocente.

6) El Sexto Mandamiento es: No cometerás actos impuros. No cometerás adulterio.

Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza. Dios es amor y el amor es fecundo y de esta fecundidad debe participar la criatura humana. La sexualidad humana es distinta a la animal y afecta al núcleo íntimo de la persona. El sexo es una dádiva divina, un específico acto de amor para generar nuevas personas. Para Dios, la castidad es una virtud que hace posible el amor en la corporeidad y a través de ella. Permite amar a Dios y a los demás seres humanos. A la castidad se opone el pecado de la lujuria, que es buscar el placer en sí mismo, separado del fin de la procreación y de la unión. La lujuria ciega nuestro fin, debilita nuestra voluntad y nos aparta del amor a Dios. La masturbación, la fornicación y el adulterio también son actos desordenados a los ojos de Dios. Asimismo, la pornografía y la violación.

7) El Séptimo Mandamiento es: No robarás.

Este mandamiento se refiere a no dañar a los demás en sus bienes. No se puede tomar o retener lo que es del prójimo injustamente. Se refiere a los bienes terrenos y los productos del trabajo de los hombres. Defiende el derecho de la propiedad privada.

Dios confió a la humanidad la tierra y sus recursos para que estos pudieran alimentarse de ellos. La apropiación de los bienes es legítima para autoabastecerse a uno y a sus seres queridos. El respeto a la propiedad privada es fundamental para el ordenamiento de la sociedad. Sin embargo, al administrar los bienes para su consumo, el fiel debe practicar las vitudes de la solidaridad, la templanza para moderar el apego a los bienes materiales y la justicia para respetar al prójimo. No se debe aferrar a los bienes materiales sino contentarse con lo necesario para vivir sobriamente.

Dentro de este marco, es un pecado tomar o retener injustamente lo ajeno o causar algún daño a los bienes ajenos. Así, el séptimo mandamiento prohibe la rapiña, el robo, la usura, la especulación, el fraude, el despilfarro y la falsificación.

8) El Octavo Mandamiento es: No presentarás falso testimonio contra tu prójimo ni mentirás. Este mandamiento prohíbe faltar a la verdad en las relaciones con el prójimo, ya sea con acciones o con palabras. Decir la vedad y ser sinceros es una virtud. Debemos practicar la sinceridad, primero con nosotros mismos. Ser sinceros con nuestros actos, nuestras conductas y nuestros pensamientos. Nunca cerrar los ojos a nuestras verdades.

Debemos ser sinceros con los demás, respetando la palabra, las promesas y los contratos. Debemos también ser sinceros y veraces con Dios. Aunque Dios lo vea todo, hay que manifestarle nuestras verdades. El sacramento de la confesión es una herramienta esencial en nuestro camino de crecimiento. Dios nunca se cansa y siempre perdona cuando volvemos a él arrepentidos.

La mentira y el falso testimonio es repudiado por Dios. De igual manera, la difamación y el juicio temerario. Esto es cuando juzgamos algo sin tener las debidas pruebas. Siempre que se haya difamado a alguien, deben ponerse todos los medios al alcance para devolver la fama injusta al prójimo.

9) El Noveno Mandamiento es: No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

10) El último y Décimo Mandamiento es: No codiciarás los bienes ajenos. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su siervo ni a su esclava, ni su buey ni su asno, ni nada que le pertenezca a tu prójimo.

Los últimos dos Mandamientos se refieren a los pecados contra el sexto y séptimo mandamiento, que son llamados pecados internos. Se refieren a vivir en la pureza y al desprendimiento de los bienes materiales, los deseos y los pensamientos impuros. Las acciones buenas o malas del hombre salen de su corazón, de lo que el hombre elige o no hacer. Esto se refiere a la voluntad del hombre que decide cometer adulterio, robar o matar. Es su determinación de hacerlo, alejándose de la voluntad de Dios.

Uno de los pecados internos son los malos pensamientos a que se refiere el noveno mandamiento. Es imaginarse un acto pecaminoso y es pecado grave deleitarse con ese pensamiento.

El mal deseo o deseo impuro es otro pecado interno. Es el deseo de realizar un acto pecaminoso. El gozo pecaminoso es complacernos en una acción mala realizada por nosotros o por los demás.

Aunque los pecados internos suelen tener menor gravedad que los externos, se cometen más fácil y frecuentemente. También son muy peligrosos y pueden deformar la conciencia. Para luchar contra estos pecados internos nos ayudan los sacramentos, la oración, el trabajo, la humildad y la sinceridad con Dios.

Salir de la versión móvil